Citizen Kane
Foto: Marianela Trueba
Foto: Marianela Trueba

Lugares para salir toda la semana en la CDMX

Una guía especial para irte de fiesta cada día de la semana

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Visita los antros y bares que recomendamos en la Roma-Condesa, enfiéstate en el sur o biencopea en la Guerrero. Una semana de fiesta, de lunes a viernes, sin descanso.

Lunes

  • Roma
  • precio 2 de 4
Biergarten
Biergarten
Toma 2 EXT. BIERGARTEN – DÍA La tarde está muriendo y parece ser el momento ideal para subir a la terraza. La noche está por caer, hay gente, pero no se desborda y la cerveza está buenísima. Para obtenerla, hice el ritual del lugar que “es como de kermesse”. Compras boletitos en la taquilla ($75) para cambiarlos por comida o cerveza de barril (si pides coctelería o cervezas embotelladas te cobran directo en la barra). Sale pues. Su bar, sus reglas. Sólo me parece antiecológico eso de andar imprimiendo boletos, pero da igual. La cerveza lo valía. Una oscura doble malta a temperatura perfecta. De espuma densa y sabor amargo, era como un día de spa en líquido.
  • Antro
  • Roma
  • precio 2 de 4
  • 3 de 5 estrellas
  • Crítica de Time Out
San Luis Club
San Luis Club
Con un gran letrero luminoso presumen de ser “su lugar romántico de México”. Esta es la entrada a un salón de baile con 73 años de tradición. Su aire retro de inmediato transporta a una época de machos y ficheras. Una mujer ataviada con un vestido negro aterciopelado recibe a quienes ingresan a este submundo ficheril. La decoración es igual a la de cualquier cabaret estancado en los años cincuenta: luz tenue, tonos rojizos, espejos en las paredes y chicas de falda corta sentadas en las piernas de los comensales u ofreciendo un baile por 30 pesos. Además de grupos de señores que pagan por la compañía de alguna chica, también van congregaciones de hipsters y expertos en salsa que acuden para bailar con música de orquesta en vivo. Por aquello de la ficha, no hay que extrañarse de que pidan consumo mínimo (puede ser de hasta 400 pesos), o que un refresco chico o una cerveza cuesten 55 pesos. Todo esto son pequeñeces por la experiencia de ser parte de un lugar donde el tiempo parece haberse detenido.

Martes

  • Coctelerías
  • Condesa
  • precio 2 de 4
  • 4 de 5 estrellas
  • Crítica de Time Out
El Felina es uno de esos bares que he visto crecer. Me acuerdo de él, por allá de 2009, y recuerdo que sentí orgullo de mí misma por haber encontrado un rincón de la Condesa que carecía de pretensiones y precios absurdos. Desde entonces, la selección melódica de ese localito -como boogaloo y soul- ha sido impecable. Tras una remodelación a principios de 2015 (en la que cambiaron la entrada a Baja California e hicieron los baños y la barra más cómodos), Felina regresa. Su menú de coctelería, que ya era una referencia en la ciudad, se ha sofisticado bajo el cargo de su nueva bartender, Jane. Además de los clásicos, hay que probar el double roses gimlet, un trago refrescante con ginebra, limón amarillo, Lillet Blanc, agua de rosas y una rama de romero; y el hanky panky 24, fuerte por el fernet que se acompaña con ginebra, vermut rojo y Mandarine Napoleon. Para qué engañarse: esos tragos a media luz, son invitación al romance (aunque sea al de una sola noche). La clientela ya no es la que busca fiestón loco, sino el disfrute de un buen trago al terminar el día. Los años han pasado sobre Felina y sobre quienes nos hemos ido y vuelto a él. Casi todo ha cambiado desde que abrió (yo creo que para bien). Afortunadamente, la música sigue igual.
  • Roma
  • precio 1 de 4
  • 3 de 5 estrellas
  • Crítica de Time Out
Linares
Linares
Belmondo y Félix (algunos de los bares más populares de la Roma-Condesa) tienen un nuevo hermanito inspirado en el norte del país: Linares. El recién nacido nos dio una grata sorpresa: es relajado y sin pretensiones. La mezcla de rock gringo y reggae a volumen platicable ayuda al mood post oficina o precopeo. Un local bastante reducido con lámparas de mimbre y mesas largas de madera aportan el toque íntimo: todos somos parte de la misma fiesta. La carta es pequeña, pero tiene los munchies y los tragos necesarios para pasarla bien. Hay cervezas de fábrica y artesanales, como Tempus, Minerva y BocaNegra; mezcal Bruxo, y otros licores como vodka, whisky y brandy. Los cocteles son de corte clásico como caipirinhas, sangrías y margaritas. Si bien no son innovadores, están hechos con ingredientes frescos y medidas precisas. El carajillo shake, mezcla ligeramente espumosa de mezcal y espresso, lleva las cantidades justas de ingredientes para lograr un equilibrio entre ambos sabores. Lo más norteño está en la comida: hay carne deshebrada por aquí y por allá. Las chimichangas llevan una porción de esta, condimentada con laurel y envuelta en harina frita. Definitivamente, fueron mis consentidas. Los ignacios (nachos regios) vienen espolvoreados con queso ranchero, crema, frijoles, pico de gallo y carne. También tienen chips de jalapeño, empalmes de picadillo, chicharrón de arrachera y un par de opciones vegetarianas. Es buena idea pedir variedad y compartir.

Miércoles

  • Coctelerías
  • Polanco
  • precio 2 de 4
  • 4 de 5 estrellas
  • Crítica de Time Out
Jules se jacta de ser el primer speakeasy en México. Los speakeasy eran bares escondidos que vendían bebidas alcohólicas durante la época de la prohibición de Estados Unidos entre 1920 y 1933. Con el paso de los años, lo que alguna vez fueron una suerte de guaridas secretas para beber, posteriormente se convirtieron en refinados y exclusivos espacios de reunión. Estos bares de prestigio en las grandes ciudades, como el Club 21 en Nueva York, llegaron a tener clientela tal como los presidentes de Estados Unidos, o estrellas como Frank Sinatra. Con tales pretensiones, Jules pone la vara muy en alto en torno al ideal por el cual fue creado. 
  • Roma
  • precio 2 de 4
  • 3 de 5 estrellas
  • Crítica de Time Out
En este pequeño local junto a los Bisquets de Álvaro Obregón está la miniburger más famosa de la ciudad, con papas hechas en casa. Aquí “todo el mundo” se reúne. Desde la cola del baño hasta la sobrepoblada banqueta, encontrarás a la escena “cool” de la Roma. Si llegas temprano, podrás ser de los afortunados con mesa, o con banquillo en la barra. Y si no, siempre cabes parado en la banqueta. De cualquier forma, es un rincón ameno para acompañar la plática con tragos. En pocos lugares sirven tan buenos Hendricks preparados con pepino como aquí, pero además cuentan con una interesante variedad de cocteles. Y de mezcales. Ah, los peligrosos mezcales. Los sirven generosamente, y los barmans acostumbran darte un trago extra si has demostrado el aguante y la templanza de un buen bebedor.

Jueves

  • Antro
  • Condesa
  • precio 3 de 4
  • 4 de 5 estrellas
  • Crítica de Time Out
Leonor
Leonor
Después de una remodelación, el Leonor está de vuelta y con todo. Cada fin de semana, este pequeño lugar alberga noches épicas de baile, excesos y diversión. La música cambia con el dj en turno, pero los set lists más exitosos son los que van desde los clásicos de Michael Jackson y Madonna hasta los beats más hot del momento. El único problema es que por ahí de las tres de la mañana, ir de la pista de baile a la barra (una distancia de aproximadamente cuatro metros) significa ser pisado y empujado por las decenas de personas presentes. Si finalmente llegas a la barra, deberás esperar otro rato para que te atiendan y te cobren. Sin embargo, a pesar de estos contratiempos, que más bien hablan del éxito del lugar, Leonor se ha posicionado como uno de los mejores centros nocturnos de la zona, donde te encontrarás sudando en la pista de baile hasta el amanecer.
  • Roma
  • precio 3 de 4
  • 3 de 5 estrellas
  • Crítica de Time Out
Balmori Roofbar
Balmori Roofbar
Cuenta la historia que, en los años veinte, había un pillo de la Roma famoso por sus bromas, fiestero, ligador, multimillonario y compadre de Porfirio Díaz (extraño, ya que el expresidente murió en 1915 exiliado en París). Se llamaba Carlos Balmori y aprovechaba su fama de magnate para hacer travesuras que mostraban hasta dónde podía llegar la avaricia de la socialité mexicana. Después de hacer sus bromas (conocidas como “balmoreadas”), el hombre se quitaba el sombrero y el bigote falso y mostraba su verdadera identidad: una viejecita de más de 60 años llamada Concepción Jurado. El nuevo rooftop de la Roma retoma su nombre y rinde homenaje a este personaje. Balmori es un mix de las fórmulas de los bares más exitosos de la colonia: la terraza y diseño de Romita Comedor, la vegetación decorativa de Biergarten, la historia de un personaje del siglo pasado como Cassius, el concepto de bar de cocteles que nos tiene fascinados y el peltre de cada día. Por las tardes, hay un menú de tres tiempos por 150 pesos, rayos de sol cortesía de la casa. Hay cocteles interesantes, como el de xoconostle, con guayaba y mezcal, y, el mejor –que no está en la carta–, el pramble (gin, jugo de limón y licor de frambuesa). En general, decentes pero olvidables, al igual que su comida, que va desde edamames hasta hamburguesas rellenas de queso.

Viernes y sábado

  • Antro
  • Juárez 
  • precio 3 de 4
  • 3 de 5 estrellas
  • Crítica de Time Out
Mono
Mono
La vida nocturna está condenada a lo fugaz. Puertas que abren pronto cierran. Sólo unos cuantos lugares superan lo efímero y, por alguna misteriosa causa, pasan años estando de moda, como el Leonor, el Félix o el M.N. Roy. Apenas en noviembre, cuando se inauguró Mono, la fiel clientela de dichos lugares ha adorado este antro, creado por gente de Sicario y grupo Archipiélago. ¿Qué tiene Mono y cómo es una noche bajo su techo? Llegas a eso de las 12pm. Quizás haya fila para entrar. No importará si te formas o no, el punto es estar en la lista o citar el nombre correcto para ser bienvenido al club de la escena alternativa citadina. Las puertas de la casona centenaria en la Juárez se abrirán para revelar unas escaleras y motivos afrancesados. Una vez arriba, podrás ir a la izquierda, al área de fumar y platicar. El cuarto es angosto y una gran barra se despliega a lo largo. La música escala sutilmente hasta que es irresistible mover los pies. Tan irresistible que ni te das cuenta de que ya los estabas moviendo hasta que te dan ganas de dejar tu vaso para bailar como se debe. Los feligreses del lugar en general son gente naturalmente interesante, aunque hay varias personas que guardan la pose e intentan tanto ser cool que distan años luz de ello. Si decides ir al lado derecho, descubrirás un antro en forma. Paredes negras, un techo altísimo que cae inclinado hacia el otro lado, una barra extendida hasta el fondo, en donde hay algunas mesas.
  • Antro
  • San Ángel
  • precio 3 de 4
  • 3 de 5 estrellas
  • Crítica de Time Out
Citizen Kane
Citizen Kane
Sobre Citizen Kane me preocupaban dos cosas: su ubicación y su nombre. Lo primero, porque Avenida de la Paz —refugio clásico de los noctámbulos sureños— suele tener una vida nocturna activa, pero irregular en calidad. La posibilidad de que este bar/antro fuera malo, era un volado temible. Mi segunda preocupación reforzaba la primera. Citizen Kane es una de las joyas más brillantes de la historia del cine y si el lugar, tan atrevido para ostentar ese nombre, no resultaba bueno, ardería Troya en mi interior. Por suerte, no fue así. Citizen y Kane (el primero un bar y el segundo un antro dentro de ese bar), resultaron una sorpresa positiva, sobre todo para los fresas sureños de más de 25 años. Citizen, con una decoración súpergringa de los años veinte, tiene ese toque decandente-glam de la época de la Prohibición que nos tiene encantados a todos últimamente. Sus paredes de ladrillo con simulaciones de anuncios viejos pintados en ellas y su luz baja, recuerdan el imaginario de la noche de Chicago y Nueva York. Es perfecto para la cena y el precopeo. La especialidad de la casa es, naturalmente, americana. El skirt steak, jugoso y suave, es excelente, pero en general basta con unas alitas para acompañar cocteles frescos como el jebediah (pepino, albahaca, extracto de uva y mezcal) y el jimmy gin (gin tonic con miel de agave y romero). La música electro permite la charla, pero va empujando a todos al baile y es ahí cuando la dualidad del sitio entra al juego. Si los ánimos fies

Sábado

  • Antros
  • Cuauhtémoc
  • precio 2 de 4
  • 4 de 5 estrellas
  • Crítica de Time Out
Salón Tropicana
Salón Tropicana
La primera vez que manejé por el Eje Central y pasé por Garibaldi, tuve que esquivar mariachis y hacerlo sin chocar ni atropellar a nadie. Un José Alfredo suicida es un obstáculo que sólo pondría un cínico en un videojuego, pero en esta realidad están desparramados a la mitad de la avenida en todo el diámetro de la plaza. En esta ocasión me encaminé hacia allá en sábado, antes de las 9pm para encontrar buena mesa en el Tropicana y no pagar la entrada (aunque también dicen que es un after infalible). Ya en la plaza, dejé el coche en el estacionamiento –que cuesta 28 pesos la hora— y navegué en un mar de mariachis de todos los colores y sabores hasta llegar al salón. Ese espacio libre de mariachi es como la Franja de Gaza cuando hay cese al fuego, un terreno de ocupación salsero con sabor cubano bajo la jurisdicción de territorio charro. Al cruzar la puerta de “la catedral de la salsa y la rumba,” los ritmos y colores cambian por completo. Cuando tomé una mesa y me puse a observar cómo estaba la cosa, sonaba una rumba caderona. Pedí un mojito y un guacamole. Después de la rumba pusieron merengue y después del merengue ya estaba bailando una salsa afrocubana con un señor bigotudo que parecía tocar la trompeta allá afuera, luego de ponerse una buena bailada. A las 10pm comenzó a tocar la banda invitada. Portaban guayaberas coloridas y sombreros de paja. Eran excelentes. 
  • Juárez 
  • precio 3 de 4
  • 3 de 5 estrellas
  • Crítica de Time Out
La vida no hubiera sido igual sin los speakeasies. Fue dentro de esos bares clandestinos de la Prohibición que se crearon algunos de los grandes cambios sociales del siglo pasado. El jazz inundaba el aire y la música propiciaba uno de los primeros pasos para la integración racial; las mujeres comenzaban a beber en público frente a los hombres y la mayoría olvidaban los corsets y el pelo largo para adoptar la moda “varonil” de las flappers; la creación de cocteles arrancaba con mayor intensidad para esconder el sabor del gin casero con jugos de frutas y miel. La Primera Guerra Mundial por fin había terminado y la generación postbélica sólo quería divertirse en el boom económico que se respiraba. Una nueva generación había nacido. Por suerte para los millennials del DF, podemos regresar a los bares de los veinte sin tener que esperar un carruaje en París a la medianoche. Los speakeasies –o al menos los bares inspirados en ellos— aquí siguen emergiendo para sumergirnos en jazz y hedonismo. Uno de ellos es el recién abierto Parker. Para llegar, primero hay que entrar a un restaurante de una cocina americana llamado Lenox, en la Juárez. Después, hay que cruzarlo hasta llegar a unas puertecillas, abrirlas, y caminar por un pasillo oscuro. Entonces se despliega una bodega amplia y elegante a la que bien podría haber ido el Gatsby contemporáneo, con una larguísima barra, sillones de terciopelo, mesitas de madera y un escenario con cortinas rojas. Lo mejor: a pesar del concepto, no

Domingo

  • Lounges
  • Roma
  • precio 4 de 4
  • 4 de 5 estrellas
  • Crítica de Time Out
Melody Nelson
Melody Nelson
“Ah! Melody, tu m’en auras fait faire des conneries…” En pocas palabras: “Melody, las pendejadas que me hiciste hacer”, o algo así cantaba el sexy Serge Gainsbourg en uno de los siete tracks que conforman Histoire de Melody Nelson; disco lanzado en 1971 donde cada canción estaba dedicada a una tal Melody que, decía Serge, tenía el pelo rojo natural. En fin, todo eso a cuento de que el nombre del piano bar que acaba de abrir en el Mercado Roma está —aparentemente— inspirado en esta joya musical. El lugar, quesque oculto en las entrañas del mercado (se ve de inmediato por los cadeneros), me recordó en diseño y arquitectura a algunos speakeasies de Chicago, lo cual es una referencia muy buena. Es un sitio pequeño, de look contemporáneo con guiños a los años 20, en donde da gusto estar. Hay una terraza-recepción, en la que uno puede estar muy cómodo bebiendo, charlando y fumando como chimenea previo a los conciertos. Aunque la entrada no es fácil porque hay que estar en la lista, ir con un amigo que esté en la lista o reservar en la página y ver si hubo cupo (el lugar es mínimo y tiene las mismas reglas del M. N. Roy, pues pertenece a las mismas personas), vale la pena intentarlo para escuchar algo de buena música. La cartelera, que cambia cada semana, no suele tener falla, ya que, me aseguró alguien del staff, “los que tocan el piano son los músicos de la maestra Alondra de la Parra”. Otra cosa que me recordó la movida nocturna de Chicago, fueron los precios de los cocteles.
  • San Ángel
  • precio 3 de 4
  • 3 de 5 estrellas
  • Crítica de Time Out
Lewinsky
Lewinsky
Un nuevo bar de gin y hip hop se esconde detrás de un librero en Av. de la Paz. ¿Cómo? Resulta que uno va caminando por San Ángel cuando ve un pequeñísimo bar con un cadenero junto a las repisas de libros. Después de que confirman que tienes reservación, entras a una gran bodega con luz baja rojiza (pero de buen gusto), bombillas en el techo que prenden al ritmo del hip hop, ductos de aire metálicos, letreros neón y muchos, muchos Darth Vaders. Este es Lewinsky, el nuevo bar fresa del sur.
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