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De reven en la Cuauhtémoc
La música es importante para todos, pero hay quienes simplemente aspiran a hacer de ella el centro de su existencia. Gracias a gente con ese nivel de obsesión es que existen espacios como éste, que es un tres en uno: tienda de vinilos (99 Records), un bar y el listening room. De todos, éste último es el más especial, pues es un espacio donde todo está completamente acondicionado para disfrutar la música con un sistema de sonido poco común, que va de pared a pared, y donde, según me explican, logran una claridad superior al dividir el sonido en cuatro vías, bajos, medios bajos, medios altos y altos.
El listening room es un gran lugar para ir solo o en grupos pequeños, de hecho no aceptan mesas de más de 6 personas y, al abrir la carta, en la primera hoja verás que te recomiendan hablar en voz baja. La idea es que los visitantes guarden silencio para disfrutar la cartelera de discos del día (tienen alrededor de 10 mil vinilos en la tienda).
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Esta selección siemore tiene algún hilo conductor, ya sea geográfico, de género musical o histórico, con lo cual buscan rescatar algo que se ha perdido con las apps de música: escuchar discos completos. Durante mi estadía descubrimos y disfrutamos como nunca antes las sutilezas de Nubya Garcia y Milton Nascimento.
Hay cocteles clásicos y signature, los cuales llevan el sello de Ismael Martínez (Hanky Panky), y todos están inspirados en canciones. Por ahí está Ha Ha I’m Drowning de The Teardrop...
Una nueva casa para jazz, soul, disco, funk y electrónica: Musak, el hi-fi listening bar del restaurante Tres Tonalá, cuya mixología fue curada por Mica Rousseau (Fifty Mils) y supervisada por el italiano jefe de barra Raffaele Chinea.
Bajo el mismo formato de un speakeasy, hay que preguntar al llegar, pues la magia de la entrada ocurre tras una pared que se mueve. En cuanto ingresas la música penetra de manera diferente: el espacio parece un ecualizador gigante que da total libertad a la música sin perturbar el volumen de tus conversaciones.
Elegante y Gatsby-neano, toma asiento en los aterciopelados sillones y rodéate por los tonos dorados y azul marino. Deja que Billy Preston (la figura del soul) sonando al fondo te guíe sorbo por sorbo al frank sinatra, un trago seco con tequila, tonos de clavo, nuez y pimienta con una crusta de chocolate que se derrite entre mordidas.
BB King no apareció con su guitarra, pero sí en una muy agradable mezcla de bourbon con coco y vainilla para aquello de lo tropical, sumado con piña tatemada, amaro y limón amarillo. Serge gainsbourg conserva la misma actitud de este versátil compositor parisino, es un trago de mezcal con licor de chile ancho y rebajado sutilmente con té roiboos.
A la sensualidad de Musak se le añaden sesiones en vivo de djs y grupos invitados, ofertas frescas que complacen a melómanos y sibaritas por igual. Total, del buen trago y la buena música nadie te quita lo bailado.
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Hace no mucho, el bar de la Unión de Trabajo Autogestivo era uno de esos espacios “supergóticos” de la ciudad, como otrora fueron el Dada X y el Mercado del Chopo. Hoy es otra cosa —una casi inexplicable—, lo cual no está mal, sino al contrario: antes predominantemente oscuro, este bar es ahora una sopa de tribus urbanas que resulta fascinante.
Aún es el espacio perfecto para decir “hola, soy darks”, pero también abundan los punks, los roqueros, los medio hippies, algún godín colado, uno que otro fresa perdido y extranjeros que quién sabe cómo llegan, pero que todo el tiempo parecen tener cara de estar haciendo el estudio antropológico de sus vidas mientras recorren la magnífica casona de tres pisos que aloja a la UTA desde hace más de 13 años.
Laberíntica, la gran mansión de escaleras de madera crujiente está llena de fiesta porque hay gente por doquier, desde la entrada hasta la terraza, pasando por los balcones. Cada salón tiene un dj distinto y aunque eso resulta un poco caótico (en espacios de intersección donde el audio que sale de sus bocinas claramente reventadas se mezcla), se agradecen las sorpresas: en una minisala se escucha “Just Like Heaven” de The Cure, en la de al lado “Fake Plastic Trees” de Radiohead, algo trans irreconocible en el espacio siguiente y finalmente, en la planta alta un baile demencial al ritmo de “Lust for Life” de Iggy Pop seguido de “One Way or Another” de Blondie. La verdad es que la selección musical se merece un premio
Es importante ir...
Este club se encontraba en República de Salvador en el Centro, pero recientemente mudó su concepto de pulquería-foro-punk a una casona de la Roma que recuerda la tradición okupa, de los tiempos en los que los punks invadían casonas abandonadas para vivir o montar salas de ensayos y hasta conciertos.
Funciona con dos niveles: el primer piso, en el que hay varios cuartos para un deambular a un ritmo más relajado y que también suelen funcionar como salas de exposiciones para promover obras de artistas emergentes. La planta alta cuenta con un pequeño escenario en el que no sólo se presentan bandas de música, también es un espacio disponible para eventos culturales, presentaciones de libros, lecturas o debates.
Los precios son accesibles (a veces desde los $20), la barra es famosa no sólo por las cervezas sino por la carta de curados de pulques y algunos platillos para degustar. Si bien es un lugar de raíces punk, es común escuchar secuencias de tendencia new wave, dark, mucho postpunk, industrial y gótico. Son muy alivianados para complacer a los asistentes siempre y cuando los géneros musicales sean primos cercanos.
Quizá los baños se pasen de punk, pero bueno, es parte de la experiencia.
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Un anfitrión elegantemente vestido de negro será lo primero que verás al entrar a este relajado espacio con decoración color negro y rojo. Él te conducirá a las bóvedas subterráneas de lo que hace algunos años era el Banco de México, que desde hace ya varios años emulan al Zinc, el legendario club de jazz de Nueva York. Callado a momentos, los silencios se interrumpen con las armonías complejas y la polirritmia de cualquiera de los muchos géneros del jazz.
La música de la síncopa atrae, en esta ciudad, a un público de lo más variopinto: universitarios, bohemios, conocedores, intelectuales, adultos de todas –literalmente todas– las edades, hipsters, fresas, indefinidos, despistados. Todos sentados en las mesas dispuestas ante el escenario.
Mientras esperas a los músicos –que suelen salir alrededor de las 10pm–, pídele a Adán, el barman, su muy recomendado mezcalini de tamarindo, o bien, un cosmopolitan o whiskey en las rocas para hacer tradición a los viejos clubes de jazz. Para satisfacer aún más al paladar, acompaña con el pulpo a la griega.
Los solitarios también son bienvenidos: el lugar te resultará acogedor, siendo su amplia barra tu refugio y el gran reloj verde, que cuelga frente a ella, tu acompañante. Degusta, escucha, y déjate llevar por la improvisación de la música. Para que por lo menos taches “ir a un club de jazz” de tu lista de cosas que hacer antes de morir.
¿Te pasa que valoras más las series que sacan un capítulo a la semana porque tienes que esperar para ver el siguiente? Algo así pasa con Travieso. Este bar escondido (debes llegar a la casa de Oveareal café y subir hasta el último piso) solo abre los jueves, así que planea con tiempo tu visita, ya que aquí cada semana ocurre un pachangón.
En su instagram (travieso.travieso.travieso) puedes saber quién estará como DJ invitado, además de las colabs con marcas locales de licores y destilados, o bartenders de la escena que le caerán a batear.
Vale mucho la pena conocer los dos moods de Travieso, llegar temprano a cenar y disfrutar del lugar en sus sillones de terciopelo, que dan una vibra setentera con detalles que ya son un sello de la casa, como el cuadro de una virgen detrás de la tornamesa.
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Sin duda la comida es de lo mejor que tiene esta propuesta, y es que siempre habrá algo nuevo, ya que el menú cambia cada semana. A cargo está el chef Ramsés Manneck. Con un estilo muy fresco, sus platos no solo son bonitos a la vista, sino que también muy ricos. Para muestra, me tocó probar un muy elogiado tartar de res con ajo frito servido en alga nori y un maravilloso taco dorado de chicharrón con ceviche rojo de camarón, jitomate cherry y hierbas frescas por encima. También te podría tocar algún chef amigo, por su cocina han pasado, por ejemplo, Klaus Mayr (Anónimo), Armando Acosta (Cerrajería) o Noé Viviès.
Mientras vayas cambiando...
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En la esquina de Aguascalientes y Manzanillo por varias décadas funcionó un taller mecánico cuyo nombre estaba escrito en la fachada: “Servicio Becerra”. Aunque el letrero se conserva, hoy ya no llegan autos sino comensales hambrientos de probar la última gastrocantina de la Roma.
El diseño tiene detalles que aluden al histórico local que lo precedió. Cortinas de metal con una ventana en medio, paredes raspadas que no esconden el paso del tiempo y, cerca de la barra, mobiliario de acero donde puedes tomar un trago de pie. Lo que más confianza me dio fue la cocina abierta, pues puedes ver en todo momento a los maestros trabajando entre la parrilla, hornos y estufas.
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El chef Emiliano Padilla (conocido también en la escena músical como N4NO) tenía en mente el concepto desde hace años, aunque con la pandemia tuvo que enfocarse en Pollo Bruto hasta ahora, que por fin Voraz es una realidad. La carta se basa en su interpretación de platillos mexicanos, muchos para pedir al centro, emparejados de la mejor manera con una coctelería sui géneris, vinos ricos y mezcales de la barra.
Lo primero que debo recomendar es el churro salado. Imagínate un churro enrollado con una textura ideal pero en lugar de canela, está aromatizado con chaya, y se come con una salsa de queso cotija añejo que no es demasiado fuerte. La combinación de este snack con la Margarita Santa fue la mejor decisión de la noche. Un coctel algo extraño por su cremosidad pero...
Con bombos y tarolas llega desde Querétaro la cheve más trendy a la CDMX. A pesar de tener un tamaño petit, este local saca el mayor provecho a cada centímetro, con un área donde se exhibe el catálogo de cervezas, otra para mostrar la charcutería a la venta, una barra para degustarlas y un par de mesitas afuera.
Con tan poco tiempo de haber abierto ya tiene clientela; las mañanas llegan a comprar para llevar y en las tardes poco a poco se llena de gente dentro y fuera de él. Una de las cosas más necesarias para entrarle a la chela artesanal es, además de una amplia propuesta, un gran servicio, donde resuelvan tus dudas y te aconsejen a partir de cosas que te agradan. Este lugar lo tiene (agradecimientos a todo el team).
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Empezamos con la República, una Czech Pilsner, color dorado, de sabor suave, floral y amargor moderado, con una graduación de 4.6%. Seguimos con la Súper Lupe (nuestra favorita), una India Pale Ale, con notas cítricas, florales, y graduación de 7%, más compleja, aunque para ser una IPA, era ligera, pero de buena consistencia. Para cerrar con un “postrecito”, pedimos la Spinning Jenny, una English Pale Ale un poquito más turbia, que se logra sentir cremosa, con notas a pan y caramelo que le dan un toque dulce, sin empalagar.
Además cuentan con diversidad de salchichas estilo alemán, quesos, mortadelas, hasta pepperoni. Algo un poquito más preparado son las Radiotortas, mini tortas preparadas con pocos ingredientes, pero...
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Jazzatlán Capital lleva más de 10 años en México. El espacio bohemio nació en Cholula, Puebla, para que cualquier visitante deleitara el gusto y oído. A finales de 2018 se extendieron más allá de las tierras poblanas y el proyecto fundado por Rodrigo Moctezuma aterrizó en la Roma. Con restaurante y tap room, ya tienes un nuevo lugar para escuchar jazz en la CDMX.
En el lugar se toma chela artesanal y se ofrecen principalmente antojitos mexicanos, pero lo más importante es el jazz. La cartelera cambia cada mes. En el segundo nivel de esta casona se encuentra el pequeño escenario para escuchar bandas en vivo, como Champetos del Jujú, con música africana y caribeña con ritmos de jazz, y JAB/Jenny Beaujean.
Si el antojo poblano acecha antes de las horas fiesteras, hay menú completo con sándwiches a la parrilla, hamburguesas y tacos, como el de quintoniles y tlalitos: esos crujientes trozos de chicharrón que agarran sabor del picante rico.
Para beber, el espadín de la casa es la compañía ideal; si puedes, tómalo derecho. De la selección de cocteles, probé el ella fitzgerald por el simple antojo del gin (aunque como consejo: dedícale las noches de jazz al mezcal). El coctel lleva guanábana, limón, jarabe y aroma de cardamomo y albahaca; fresco y de presentación coqueta, grande de tamaño y cumplidor para relajarse.
Espera a que caiga la noche para adentrarte en el universo jazzero. Yo llegué a las 11pm de un viernes y la energía se desvaneció poco tiempo despúes (¿mala...
Una visita es suficiente para que “la terraza del Dowtown” entre a tu lista de lugares favoritos. Quizás sea la arquitectura moderna casada con los colores y mobiliario retro –una de las especialidades de Grupo Habita, o tal vez el contraste que genera ante la imponente vista a la fachada del Casino Español y a la Torre Latinoamericana. Lo que es seguro es que aquí saben aprovechar los espacios para convertir un desayuno en un evento solemne, un estreno cinematográfico en una barra libre interminable, o una noche cálida en un fiesta maniática.
Hay espacios con sillones y mesas para descansar o tener un espacio privado con tus acompañantes y comer o beber, dependiendo del evento huésped. Cuando se organizan las pool parties está la alberca y el jacuzzi, los trajes de baño y las pieles al sol tomando color y moviéndose al ritmo que marca la cabina del dj, el punto focal de toda la terraza. Los meseros van de aquí a allá con bebidas tropicales, como un mojito recién preparado; con vasos highball de vodka con cranberry; o botellas de cerveza heladas y sudando.
Casi siempre –según el anfitrión– sabemos que si la fiesta es en el rooftop del hotel Downtown México, vale la pena cancelar otros planes; averigua si hay cover o si necesitas pertenecer a una lista especial para tener acceso. O bien, si es tu cumpleaños o quieres festejar algo especial, podrías cotizar una barra libre, unas botanas y hacer de una albercada una leyenda.
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