Hay un secreto muy cerca de la Plaza Río de Janeiro. El misterio se revela detrás de una cortina negra; entrar al Midnight Monkey es sumergirse en el tiempo, entre los años 20 y 30 del siglo XX, aquel tiempo de la prohibición, de la fiesta clandestina.
La luz tenue, los vitrales y espejos, cada elemento dispuesto para hundirte en un espacio atemporal, con una curaduría musical que acompaña perfectamente esta inmersión: una banda de jazz en vivo y los cocteles del mixólogo Diego Falcón (Hotel Xcaret) le dan el sello a una experiencia en la que sólo queda dejarse llevar.
El rey de los tragos es The midnight, mezcal espadín con mole de la casa, un poco de naranja y mucílago y una sorpresa entomológica (así es, insectos en tu copa) traída de Oaxaca; con este experimento inicia la carta y se marca la pauta para cada coctel de autor. El hilo conductor es definitivamente la experimentación, las ganas de ofrecer algo distinto. Si tuviera que elegir, me quedo con el Micelio: hongo shiitake, pulque y guanábana, que es un real homenaje al reino fungi; y con el 70´s, en colaboración especial con Don Julio, tequila, guayaba, kombucha y prosecco. Pero en la carta encontrarás cocteles con arúgula, queso de cabra, matcha y hasta mantequilla. En el laboratorio detrás de la barra, en donde ocurre la magia, a veces hay mixólogos invitados, pero siempre se están maquinando nuevas pociones.
Para acompañar los tragos al ritmo del swing, hay una carta de comida breve pero interesante. Igual de alucinante, las papas con trufa se deshacen en la boca y las croquetas de quesos son algo que no podré olvidar.
El monkey es un lugar que está pensado como experiencia, la secrecía, el experimento, los instrumentos para destilar aromas y sabores, incluso el área de fumar. Todo esto hace que por unas horas olvides que ha pasado casi un siglo de aquellos tiempos en los que detrás de una sencilla puerta, y debajo de una ciudad, ocurrían las mejores fiestas, con los mejores tragos, y los ritmos más eclécticos, lejos de los ojos ajenos a ese mundo subterráneo al que sin duda te querrás asomar.
— Aura Mendoza
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