Luego de consolidar su tasting room en la calle de Chiapas 173, los hermanos Ernesto y Rodrigo Mora acaban de abrir una terraza de Cervecería Morenos (de luces coquetas y una lona para seguridad ante las lluvias) que es todo lo que necesitas en un viernes tranqui —o no tan tranqui—, pero cuando mueres por una chela con personalidad.
Como muchas historias de cervecerías artesanales, ellos empezaron a producir en el garage de su mamá por ahí del 2017. Cuando comenzaron el tap room surtían unos 500 litros mensuales, cantidad que han logrado aumentar a 9 mil litros al mes en su propia fábrica. ¿Cómo? Dedicándole mucho tiempo, ciencia y precisión a mejorar sus recetas y procesos.
Además, cuando la vida te limones o, en su caso, la escasez de cerveza en la pandemia, lo aprovechas. La coyuntura de las marcas comerciales les permitió darse a conocer no solo en la zona sino en todo el país.
Su sello personal son las cervezas con harto lúpulo: IPAs, DIPAs, Pale Ale. Si eres de sabores amargos, serán tus cheves favoritas. En la terraza solo hay tres fijas todo el año y el resto de la carta de cervezas son fórmulas y colaboraciones que varían cada semana, entre las cuales hay unas bastante locochonas.
Para conocer primero las de línea, probé la Morenaza, una viena lager bien balanceada. La ligerita que debes pedir para no empezar tan amargo, además de que se acompaña muy bien con la comida. Aquí el menú se eleva hacia una onda más gourmet, a diferencia del tasting room que maneja antojitos. Muy recomendable el rib eye, suavecito y acompañado de puré de camote. Si solo quieres picar, vete directo por las papitas belgas trufadas con queso grana padano. También hay vario snack monchoso como el bao de pollo frito.
Ya en ambiente, me seguí con la Sin picante s’il vous plait, una IPA Turbia que no decepcionó; pero lo que no esperaba es que entre lo más interesante de Morenos está la coctelería. Todos los tragos llevan cervezas de distintos estilos en combinaciones que seguro —como a mí— te van a intrigar. Antes de irme, pedí el Lager Vrgs, un trago clarificado con raicilla, lager local con guayaba, toronjil y sal de “toroyaba” que me convenció de volver a probar todos los demás.
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