Tenía rato sin abrir un bar con una propuesta tan ecléctica en el primer cuadro de la ciudad, o yo (mea culpa) tenía rato sin ir al centro a echar cócteles. El Edificio España (casa del hotel Umbral) es en sí mismo una joya arquitectónica. La última remodelación deja brillar los detalles del diseño original de 1924, pero con una cara nueva, que enfrenta a los visitantes con un recibidor negro, cuya intención es justamente crear un umbral o una transición entre el ajetreo del Centro Histórico hacia un espacio de calma. La idea es que, ya que tu ritmo cardíaco y tus ojos se adecúen a la oscuridad del interior, los sentidos se abran para recibir el arte, la comida y las bebidas de la mejor manera.
Así llegué al segundo piso, donde acaba de abrir Nardo, un bar cuya propuesta, más que hablar de ingredientes o productos, quiere reflexionar en torno al concepto de la mexicanidad, y eso lo simbolizaron en la flor mexicana famosa por su aromática esencia.
Al principio me pareció extraño que solo tienen unas cuantas mesas, hasta que entendí que comparten el espacio con la galería 69, que, en colaboración con la plataforma Art Latinou, monta exposiciones temporales de artistas latinoamericanos. Buen incentivo para visitarlos constantemente, ya que siempre habrá una nueva expo para recorrer.
Aquí la onda es ver cómo convive el minimalismo blanco del espacio (como el nardo) con elementos visualmente exuberantes. Un trago tropical servido dentro de un King Kong llega a la mesa con un piano colorido y surrealista al fondo, obra del artista mexicano Ricardo Garduño (y sí te lo preguntas, sí, los pianos funcionan).
En cuanto a los cócteles de la casa; cada trago está inspirado en una leyenda, personaje o recinto del Centro Histórico, algunos más lúgubres que otros. Por ejemplo, Teté (Condesa gin, óleo de limón y menta, maracuyá, esencia de vainilla y top de sidra) se sirve dentro de un bote de palomitas (con palomitas reales encima) porque hace alusión al Cine Teresa, el antiguo cine porno de Eje Central, por ello la receta está inspirada en la de un clásico pornstar martini, pero mexicanizada.
Mi favorito fue el Mr. Lee, (en referencia al cabaret con ese nombre en el Barrio Chino) con mezcal Montelobos, sake, té verde, lychee y almíbar, servido en la clásica cajita para llevar de los restaurantes chinos. Fuera del show kitsch de los recipientes, son cócteles muy frutales y poco complejos.
El menú de alimentos es del chef Jaime Durán (Casa Olympia, Coppola) y se compone de una decena de platos para picar. De aquí prueba la tostada de pescado rockot con chicharrón prensado, las croquetas de mejillón ahumado y, si te gustan los postres con licor, el mousse de chocolate lleva el mejor helado con mezcal que he probado.
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