Yo no sé ustedes, pero a mí me urge Oaxaca. Todo el día, todos los días. Mi cuerpo está aquí, en la Ciudad de los Palacios, pero mi mente y mi corazón se quedaron allá y lo más probable es que no los recupere jamás.
El único consuelo que encuentro es refugiarme en los lugares que ofrecen lo que mi paladar ansía: comida y bebida oaxaqueña, y uno de ellos es la Mezcalería Finca Robles, que tiene su guarida en el Mercado Roma. Esta mezcalería es de tamaño pequeño —una barra y algunas sillas— pero en realidad es enorme.
La estrella de la casa es el mezcal Finca Robles, una marca 100% artesanal proveniente de la merca capital del mezcal: Sola de Vega. Y resulta que esta mezcalería es operada por un miembro de la tercera generación de la familia Robles, que se trajo este alipús para la CDMX, para beneplácito de todos nosotros, los capitalinos.
Entre la variedad de agaves que tienen disponibles están el imprescindible Espadín además de Tobasiche, Tepestate, Arroqueño y el súper potente Ensamble, con sus nada modestos 53° de alcohol. Y además del Finca Robles, hay otras marcas de mezcales artesanales y algunos sotoles y bacanoras oaxaqueñas.
Si no te decides (lo entendemos), puedes pedir que te dejen probar algunos mezcales para que elijas tu favorito. Y si lo tuyo no es el mezcal derechito, éntrale a la carta de coctelería; el mixólogo está más que capacitado para hacerte el trago mezcalero que necesitas para entrarle a este destilado de agave. No te pierdas las margaritas: la clásica de limón, pero con su mezcalito, la de frutos rojos, de pepino con su escarchado de chile piquín, de maracuyá o, si eres de gustos más serios y formales, el negroni con mezcal.
Si vas, te garantizamos que saldrás sintiéndote otro hijo de Mayahuel y, al fin, todos seremos hermanos. ¡Salud!
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