Para a los que nos gusta agarrar la fiesta sin dejar de ser foodies, hay un bar en Polanco que, a pocas semanas de abrir, ya está dando de qué hablar. De los creadores de Casa Olympia, Coppola y Montana, Jacques te recibe con viniles de música ochentera, y mixología y gastronomía meticulosamente pensada.
En la vida tenemos dos moods en cuanto a fiesta se refiere: cuando nos gusta bailar, sudar, mover el esqueleto mientras tomamos algo; y luego está cuando queremos sentarnos, escuchar música, cantar una que otra rola y echar el traguito coqueto en un lindo espacio. Para estas veces está Jacques Vinyl Bar.
Encontramos una decoración espléndida: tonos cálidos, asientos cómodos, lleno de espejos y patrones que le dan elegancia sin perder la casualidad. Sumado a esto, la música disco inunda los espacios lo suficientemente grandes para ir con amigos o para una cita; obvio también está la barra para quienes disfrutan consigo mismos.
Comenzamos con un ya conocido aperol spritz y un todavía más conocido negroni, tal como esperábamos, deliciosos. Le seguimos con una Paloma roja, un trago con tequila silver, vermut, jarabe de jamaica, cardamomo y refresco de toronja, adornado con sal de tamarindo y chile de árbol. Maridamos con tapas de salmón ahumado e ikura, con láminas de pepino en escabeche, jocoque verde de cilantro, chile de árbol fresco, sobre pan baguette. Sus notas levemente picositas se complementaban perfectamente con el trago y nos abrieron el apetito.
En la segunda tanda, probamos las tapas de jamón serrano, con compota de higo, oporto, y chile morita, sobre pan baguette. Para tomar, un The Joshua Tree (el que más nos gustó en la noche), preparado con ginebra japonesa, jerez, cítricos, soda de anís, frutos rojos y agua tónica. Para terminar con broche de oro, las aclamadas (por nosotros) papas fries, servidas con queso parmesano, aceite de trufa blanca, mayonesa de ajo negro y chile meco. Esas sí o sí tienes que pedir.
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