El estrecho pasillo de la entrada te envuelve con una pared dorada y otra con múltiples luces y cristales que se reflejan entre espejos. Detrás de los anfitriones que te ponen un sello están a la vista múltiples máscaras talladas en madera.
Los simuladores de una enredadera en medio de la pista de baile y cabezas plateadas de animales colgando son el concepto que reside en esta selva citadina. No es buena idea que te vayas en taparrabos como Tarzán; con una camisa limpia, jeans y zapatos boleados es más que suficiente. Las chicas podemos llevar faldas y tacones, pero te recomiendo comodidad.
El muro tras los atareados bartenders es digno de reconocimiento. Son repisas estratégicamente acomodadas con botellas que encienden en diferentes colores en coordinación con las últimas canciones de Enrique Iglesias o Marc Anthony, y de repente, con las chispas de música electrónica.
El cover de 100 pesos es sólo para los hombres, el requisito para todos es la disposición de olvidar la civilización y adentrarse a un mundo tribal.