¿Cómo afrontar la desigualdad? Vemos que en México y todos los países de Latinoamérica enfrentamos una profunda desigualdad. Los ricos tienen demasiado, los pobres apenas sobreviven. La comida se desperdicia y acaba en los basureros mientras unos no tienen la seguridad de si comerán todos los días. La obra de teatro Rosy busca ser una especie de revancha, un relato complaciente que nos ayuda a imaginar un poco de justicia social a la Robin Hood. Está en el Foro Lucerna y te contamos lo que nos pareció.
No te pierdas: Finlandia.
¿De qué va Rosy?
La historia inicia presentando a Rosy, una cocinera que entre semana trabaja en una escuela pública alimentando a los niños y niñas, y los fines de semana es empleada del hogar en la casa de una familia rica. Aquí se da cuenta de toda la comida que tiran, de lo fácil que es para ellos desperdiciar sin remordimiento. Es por eso que se aprovecha y empieza a tomar comida de esta casa rica, comprando un poco más en el super, para alimentar a los peques de la primaria.
Su elenco y las dos actuaciones que nos fascinaron
Entre el elenco encontramos a Conchi de León, Teté Espinoza, Anton Araiza, Juan Cabello, Muriel Ricard y Romani Villicaña. Sin duda los papeles más entrañables son los de Conchi León como Rosy y el de Teté Espinoza como su hija. La primera retrata muy bien el carácter combativo de una mujer harta del sistema corrupto que la rodea y dispuesta a todo por ganarle al menos un par de batallas de la vida; y la segunda es espontánea, divertida e igual de confrontativa, es quien hace que la obra se mantenga amena.
La historia es muy sencilla, los personajes se mueven poco entre el espectro de lo bueno o lo malo, más bien son producto de sus circunstancias. Aunque a momentos el drama está tan simplificado que parece telenovela. Sin embargo, no nos parece un punto descalificativo, solo que hay que ir mentalizados para esto.
Su escenografía, tal vez muy sencilla
La escenografía es sencilla, son básicamente dos paredes y una tarima, pero se aprovecha tan bien como es posible para simular desde una casa adinerada, a una escuela pobre. Con poco, cuentan suficiente.
De forma general la obra se sostiene por sus personajes e interpretaciones, nos habría gustado ver más el color de la comida y las flores que se ve en su póster, pero no es tampoco algo que te arruine la experiencia.
Recomendación. El cojo de Inishmaan.