De entre las muchas cosas inevitables, envejecer es una de las más tristes: para el que la experimenta, duele perder las capacidades que antes tenían; para el familiar, es difícil observar el desgaste. Andrés es un ingeniero retirado, el cuál niega la pérdida de sus facultades mentales; mientras que su hija Ana (y el público) ve esta decadencia. El problema es que Ana está a punto de mudarse a otro país y, por lo tanto, deberá tomar decisiones definitivas.
Nailea Norvind ha acompañado a cualquier mexicano en algún punto de su vida, sea desde sus icónicos papeles en telenovelas como Quinceañera o Abrázame muy fuerte, en la pantalla grande o en el escenario. Nailea interpreta a Ana en la segunda temporada de la obra El Padre, y platicó con Time Out México sobre esta emocional interpretación llena de matices.
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El Padre ha sido un éxito entre la audiencia, ¿cuál crees que sea el elemento o elementos de la obra que lograron conectar con el público?
Honestamente, creo que se debe al abordaje cuasi-místico que le ha dado el maestro Luis de Tavira. El fenómeno de esta obra de teatro es verlo en el escenario. Es entrañable. Yo veo cómo se prepara y cuál es su proceso, y él no es quien está controlando el asunto, él confía en que este personaje posea su ser durante la sesión.
La obra está llena de talento, empezando contigo con una trayectoria de décadas tanto en la televisión, el cine y el teatro; pero también tenemos al maestro Luis de Tavira, la directora Angélica Rogel y el resto del elenco. ¿Cómo ha sido trabajar con estos artistas?
Creo que esa es una de las razones por la cual está teniendo tanto éxito, porque es una obra redonda. Hay talento en todos los ámbitos: desde la directora, que incluso el público ya la está nominando como la directora del año. Estoy rodeada de Pedro de Tavira, Úrsula Pruneda, Alejandrina González y David Calderón. También la escenografía, el espacio es fundamental, y para esta historia es fundamental su escenografía porque van cambiando los elementos conforme se va trastocando la mente del padre. La música, los productores. Está hecha con mucho detalle y con mucha elegancia.
En esta segunda temporada de El Padre interpretas a Ana, pero antes estuvo Fernanda Casillo en el papel, ¿recibiste algún consejo de la actriz?, y ¿cómo has sentido la recepción del público ante tu interpretación?
Ha sido una recepción muy hermosa, también porque sé que tengo un público que cuando estoy en teatro aprovecha venir a verme. Hay mucha gente que incluso me dice que han venido a todas las obras de teatro. Lo que sí puedo presumir es que siempre he elegido personajes retadores y estimulantes para el ser.
Llegué a ver el trabajo de Fernanda, excelente. La felicité cuando estrenó, todavía no tenía el gusto de conocerla, pero me movió y me gustó tanto su trabajo que le escribí para felicitarla. Eso se nos da a veces en el medio; no necesariamente nos conocemos, pero sabemos quiénes somos y es muy bonito recibir la gratulación de alguien. En este abordaje es más fácil para mí ver qué era lo que ella hacía, que lo que yo estoy ya reflejando hacia afuera; aquí ya lo vivo desde otra forma. Yo le doy diferentes y nuevos estímulos al maestro Luis de Tavira, entonces él ahora también tiene otras cosas que explorar junto a mí, y esa es una bella esa sorpresa.
Comentas que te gusta escoger papeles retadores, ¿cuál ha sido el reto de interpretar a Ana?
Es curioso porque suelo ser muchos personajes que tienen mucha energía, son los que más me gusta realizar. Lo que siempre contienen es que son contradictorios. Eso pasa en El Padre, tiene que haber contradicciones internas para que funcionen y no sea todo igual. El conflicto que tiene Ana es de imponerse y ser escuchada, pero no poder lograrlo; está frustrada. Es esa constante lucha que la hace sentir muy inadecuada. Yo me siento inadecuada muchas veces, como la mayor parte de los seres humanos. Hay que aceptarlo: estamos inadecuados, no tenemos idea del porqué vinimos.
Descubro que, por más fortaleza que quiero darle a Ana, ella no necesariamente la expresa. No todos sabemos expresar todo lo que contamos, aquí el físico también termina expresando, pero a partir de una contención y de una inmovilidad, y eso me fascina. Me encanta que lo que esté pasando, venga más de adentro y esté más oculto, pero que, a la vez, se tenga que ver. Tu cuerpo tiene que transmitir esto desde el escenario.
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¿Qué has aprendido de Ana y qué le has dado al personaje que provenga de tu vida?
He aprendido de Ana la absoluta compasión y atención… bueno, no es que no la tuviera. Más bien eso es lo que admiro. He aprendido su solidez de estar y no abandonar a su ser más querido.
Creo que en mí hay una dualidad siempre existente de fortaleza y fragilidad, entonces creo que Ana tiene eso que a veces es fuerte, mientras tanto, ella está frágil.
Debe ser muy desgastante revivir una historia tan emotiva varias veces, ¿cómo lidias con las emociones puestas en escena? ¿Tienes algún método para relajarte o entre el elenco hacen algo para aligerar el ambiente?
En el elenco es muy vital, antes de entrar, hacer ejercicios juntos en donde aceleramos nuestro torrente sanguíneo y nuestra respiración. Cuando aceleras el cuerpo es como sacudir al agua y salen burbujas. Nos sacudimos mucho y, de repente, ya todas las partículas solitas van cayendo. Así es como lo hacemos físicamente, entonarnos mucho, mirarnos mucho, estar receptivos.
Emocionalmente, pues atreverse a rasgarse. No puedes entrar con temor, no lo puedes perseguir porque si lo persigues, no se da el clima. También procurar pensar que va a salir bien, que no habrá problema, y dejar que la situación te vaya metiendo al problema.
El Padre se presenta todos los viernes, sábados y domingos en el Teatro Fernando Soler. Estará en cartelera hasta el 2 de junio del 2024. Compra tus boletos y no pierdas la oportunidad de ver esta emotiva obra.
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