El teatro que más me gusta, nos ayuda a hacernos estas preguntas fundamentales. A poner en tela de juicio lo que creemos, a confrontarnos. Se construye como un dialogo artificioso pero no por eso menos real o autentico. Y todo eso lo tiene Mirando al Sol, protagonizada por Juan Carlos Barreto y Roberto Beck. Una obra que destaca por sus actuaciones y se sostiene por sus temas.
Constantemente vemos esta discusión interminable, entre los cínicos y los idealistas. Qué habrá después de la muerta, qué importa mientras estamos en vida. Son preguntas que no necesitan una respuesta definitiva pero si necesitan que las discutamos. Esta obra lo hace gracias al dialogo entre un padre que siente está por morir, y su hijo, que intenta redimirse tras un hecho del que aún se culpa.
La obra habla de esta relación padre e hijo, se lo que no se dijo y de las heridas que jamás sanaron. Los personajes son imperfectos, quizá hasta un poco desdeñables, pero reales y humanos. Papeles que hacen que los actores puedan sacar sus dotes, sobre todo Juan Carlos Barreto, que se luce de una manera extraordinaria y hasta tiene chance de presumir un poco esa actuación llena de sentimiento pero sin ser exagerada. Se va construyendo en la marcha y alcanza su punto máximo con elegancia.
El personaje interpretado por Roberto Beck es desesperante, porque constantemente sientes su deshonestidad, sientes que finge para el público y para sí mismo. Algo interesante, pero creo que fue un recurso deliberado. Es molesto, pero detrás de esa mascara nos deja ver a momentos la frustración del personaje. Sin duda notable.
Y claro, no se puede dejar de lado la musicalización de Natalia Pérez Turner y la dramaturgia y dirección de Cristian Magaloni, quien logra entregar una obra sólida, quizá un poco cursi a momentos pero suficientemente interesante. Ideal para que vayas a ver con padres o hijos, pero que si no te interesa por eso, te cautivará por las actuaciones.
Recomendación. Tebas Land.