Basada en la aclamada película homónima de 1950 de Luis Buñuel, director español exiliado en México, esta historia nos habla sobre la miseria y el abandono en el que viven muchos niños y jóvenes, un tema que se vuelve universal y atemporal, pues los olvidados habitan en todas las ciudades de cualquier país.
Bajo la dirección de Quy Lan Lachino y Asur Zágada, la puesta en escena apuesta por el teatro de máscaras, en el que los actores Carlos López Tavera, María M. Shelley, Rosaura Pérez Sanz, Abigail Pulido y las mismas Asur y Quy Lan demuestran su gran corporalidad, disolviendo la rigidez de la máscara para llenar de vida a cada uno de los personajes de esta historia.
La música de Félix Bailón acompaña esta historia de principio a fin, sutil y dinámica como la escenografía, transformando el espacio y adentrándonos a ese mundo, que en principio parece un sueño, pero al final nos golpea con la dura realidad.
Sin duda este montaje además de exponer la falta de oportunidades a las que miles de niños y jóvenes se enfrentan hoy en día (cuestión que nos concierne a todos), genera la empatía necesaria para romper fronteras, abrir la mente a las necesidades a las que todos tenemos derecho y nos hace habitar ese silencio con nuestras propias palabras e historia.
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