La historia de Clitemnestra es una tragedia clásica griega. Ella se desmorona cuando Agamenón sacrifica a la hija de ambos para pedir a los dioses que el viento le permita a su ejército salir al mar. La Niña en el Altar es una reinterpretación moderna de la dramaturga Marina Carr que explora los temas de justicia y venganza desde una mirada feminista. Hablamos con su protagonista, Marina de Tavira quien hace a una Clitemnestra tan compleja como sensible.
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Clitemnestra es una figura compleja en la tragedia griega. ¿Qué nuevas dimensiones encontraste en ella a través del texto de Marina Carr?
Marina de Tavira: Exactamente. Clitemnestra es conocida como la esposa de Agamenón y, desde Homero y Esquilo, nos la han contado como una mujer vengativa que conspira con su amante para matar al gran héroe de Troya. Después, incluso, es asesinada por su propio hijo. Los griegos no escatimaban en historias de crímenes de familia.
Pero lo que Marina Carr hace en este texto no es reivindicarla; se trata de entenderla desde una mirada contemporánea, desde la perspectiva de una mujer. Clitemnestra es, al final, una madre más gritando por el feminicidio de su hija. Y digo “una más” porque ya basta. ¿Cuántas madres más va a haber? ¿Cuántas ha habido? En este sentido, desde la perspectiva de Marina Carr, Clitemnestra es icónicamente esa madre que carga el cuerpo de su hija asesinada y grita por justicia.
La obra aborda temas como la violencia patriarcal y el sacrificio de las infancias en contextos de guerra. ¿Cómo es enfrentar emocionalmente el reto de interpretar a una madre ante esto?
Marina de Tavira: Es un cuestionamiento profundo, incluso personal, sobre nuestra participación en el sistema patriarcal, ya sea por indiferencia o por acción directa. El personaje de Clitemnestra también hace este recorrido: al principio es parte del sistema. Pero en algún momento toma conciencia del horror del sistema al que pertenece, donde las mujeres son enviadas a los harems como objetos de deseo y los niños son entrenados para la guerra desde que son pequeños.
Esa toma de conciencia la lleva a enfrentarse con el hecho de que las niñas son sacrificadas, literal y simbólicamente, y las mujeres son reducidas a cuerpos para el placer. Interpretar a Clitemnestra significa pasar por ahí también como actriz: cuestionarme a mí misma y reflexionar sobre cómo hemos tolerado y perpetuado este sistema.
La tragedia griega sigue siendo muy contemporánea. ¿Cómo crees que este montaje dialoga entre el mundo clásico y el actual?
Marina de Tavira: Marina Carr no saca la historia de su contexto. Los personajes permanecen en Micenas, Esparta y Troya. Sin embargo, la manera en que se cuenta la historia, las palabras que utilizan y cómo se enfrentan los personajes son distintas. Es la mirada de alguien que vive hoy.
Por ejemplo, Marina Carr tiene plena conciencia de las atrocidades que enfrentan las infancias destinadas a la violencia. No sé si Homero tenía esa conciencia cuando escribió La Ilíada, pero ella sí. Y ese es su foco: mostrar que no solo pasaba en aquel entonces, sino que sigue sucediendo hoy. Específicamente, habla de los niños y niñas en México que están destinados a la violencia, al crimen organizado o, en el caso de las niñas, a ser víctimas de feminicidios. Es un llamado urgente a que tomemos responsabilidad.
La obra también aborda la justicia con mucha complejidad. ¿Cambió tu perspectiva sobre este concepto al interpretarla?
Marina de Tavira: Totalmente. Por ejemplo, Clitemnestra ha sido retratada como una asesina que planea la muerte de Agamenón deliberadamente. Pero en este montaje, junto con Enrique Singer, el director, construimos algo distinto: su asesinato no es premeditado, no es una venganza fría. Es un “ya no puedo más”.
Después de tanto horror y dolor, al ver que la otra persona no toma conciencia de sus actos, su violencia surge como último recurso, como un acto desesperado. Es un giro importante, porque ya no la vemos como alguien que conspira, sino como alguien que explota ante el peso insoportable del dolor.
Mencionabas tu trabajo con Enrique Singer. ¿Qué descubrimientos surgieron durante los ensayos para construir a Clitemnestra?
Marina de Tavira: Esta obra tiene una estructura narrativa muy peculiar. Evoca la narración oral de la que nacieron estas historias, como La Ilíada. Los personajes narran al público, pero al mismo tiempo encarnan lo que cuentan.
El reto está en encontrar esa doble dimensión: narrar y vivir al mismo tiempo. Es como si estuviéramos alrededor de una fogata contando una historia terrible que vivimos. Es un ejercicio de conexión directa con el público, sin cuarta pared, donde vamos descubriendo el dolor y la humanidad de Clitemnestra en tiempo real.
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