La naranja mecánica (1962) del autor británico Anthony Burgess, famosa por su adaptación cinematográfica a cargo de Staley Kubrick, cuenta la historia de Alex DeLarge y sus drugos, quienes viven de cometer crímenes sin sentir culpa alguna.
Esta perturbadora obra repleta de imágenes de violencia está bajo la dirección y adaptación de Manuel González Gil (Extraños en un tren), quien retoma este montaje después de su estreno en Argentina en 2018. Aunque está dicho que el montaje y la película de los setenta son dos productos artísticos totalmente diferentes, es necesario aclarar que la estética de esta obra de teatro también dista de lo que viste en el cine; no esperes ver un vaso de leche o trajes blancos.
El peso de la puesta recae en el trabajo actoral de Leo de Luglio, Alfredo Gatica, Carlos Fonseca, Kevin Holt, Erik Díaz, Antonio Alcántara, Solim Ruz y Florence de Blauve, quienes en momentos logran un nivel homogéneo de energía e interpretación, pero el dar vida a diferentes personajes en una sola función, hace que ese nivel vaya y venga durante toda la puesta. Algo similar pasa con la propuesta musical vocal que al principio de la hsitoria nos atrapa pero con forme avanza el desarrollo queda olvidada.
La adaptación de González Gil tiene como referente directo la versión cinematográfica de Kubrick, quien según el autor original del libro, malinterpretó el mensaje de la obra al omitir la voluntaria reforma del personaje protagónico. Se conservan las cuestiones sociales y políticas atemporales que nos llevan a reflexionar sobre la delincuencia juvenil, el libre albedrío, la ética en la medicina y la corrupción moral.
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