En la cotidianidad de los miembros de una familia de clase media alta, poco a poco se va permeando el sentir de un duelo reciente: la muerte de un hijo. Con una gran profundidad y sutilidad a la vez, el dramaturgo norteamericano David Lindsay Abaire (Buenas personas) transita por la naturaleza humana en esta obra salpicada de humor negro que en momentos aligera el dolor por el que pasan los personajes.
Bajo la dirección y adaptación de José Sampedro, el elenco de La madriguera asume el tsunami de confrontación del texto, sin dejar atrás el tono, los subtextos y el ritmo; un buen casting integrado por las justas actuaciones de Johanna Murillo y Nacho Tahhan, la energía de Adriana Llabres y la primera actriz Margarita Sanz y la inocencia y madurez de Dalí Jr González.
La escenografía de Javier Gerardo Ángeles acompaña la cotidianidad de la puesta y la iluminación de Víctor Zapatero en momentos transforma por completo el espacio.
La madriguera —multinominada a los premios TONY de Broadway, ganadora del premio Pullitzer por Mejor drama en 2007 y llevada al cine en 2010— es una historia que nos habla de lo difícil que es entender lo que siente el otro, de nuestra relación con la muerte, del perdón y de lo complicado que puede llegar a ser conseguir la empatía.
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