La cita era a las 5:30pm en el Teatro Sergio Magaña. Un locutor improvisado presenta las rolas que ha escogido Lupita, una de las trabajadoras del teatro: "Leo Dan y Daniela Romo, creo que Lupita está un poco triste." Mientras espero, la música de fondo me pone nostálgica. El lugar alberga ese extraño misticismo que tienen todos los teatros. Recibo un mensaje: "Voy un poco tarde". Es David Gaitán, actor, dramaturgo y director, al que me dispongo a entrevistar.
Gaitán se ha posicionado como uno de los jóvenes dramaturgos, directores y actores favoritos de nuestra generación; con tan sólo 30 años ha montado 13 obras de teatro y escrito más de 20. Dirigió unas escenas de Safari Tepito, proyecto encabezado por Daniel Giménez Cacho, además de actuar y haber escrito la puesta en escena El camino del insecto. Escribió la obra La velocidad del zoom del horizonte que, dirigida por Martin Acosta, provocó escalofríos al hacernos reflexionar sobre el fin del mundo. La más reciente de sus obras es Demasiado cortas las piernas.
En una ciudad tan grande, pero en un círculo de artistas reducido, ¿puede mantener su identidad o buscar su leitmotiv? Llega más de una hora tarde en su bicicleta de pista, el personal del teatro se dirige a él como maestro. Trae su cabello desordenado y una sonrisa. Se disculpa por la tardanza y me invita a pasar al teatro.
¿Qué es para ti la identidad?
Evidentemente se trata de quién soy, pero más que eso, es en dónde me ubico con respecto a la realidad, el mundo y lo que está sucediendo. En el teatro, la expectativa es conseguir una respuesta que me satisfaga para presentar una pregunta que otros comparten en el diseño de un discurso artístico.
¿Crees que el punto de referencia respecto a la identidad se ha visto modificado en tus obras?
Lo que se ha modificado es el punto de referencia frente al cual me coloco para decidir quién soy y qué es lo que siento. Por ejemplo, La pura idea excita era una búsqueda en lo profesional, también sobre cómo llevar nuestros deseos a cabo, más allá de la relación de pareja.
Los equilibristas trata sobre quiénes somos frente a la historia de un país en función al pasado que tenemos como sociedad, y cómo se relaciona con el presente.
En La velocidad del zoom del horizonte el referente era aún más alto. ¿Quiénes somos frente a la historia del planeta Tierra, frente a un futuro al que le tememos?
¿Crees ser un disidente neuronal (personas fuera del sistema de pensamiento predominante, según la obra La velocidad del zoom del horizonte)?
El arte, desde mi punto de vista, es una excepción de la realidad, es la generación de un imposible en el universo de normas aprendidas. Esta traición al sistema de realidad, el concepto de ficción y la representación que hay en obra de teatro, implica que aquellos que nos dedicamos a esto caigamos en una categoría de personas que no tienen clase social, o que son apolíticas. Eso nos convierte en disidentes neuronales.
¿Crees que el arte es apolítico?
No, los artistas tienen la obligación de colocarse en un lugar apolítico. Desde el teatro se convoca a una serie de personas ante una tribuna, eso lo hace político. No digo que el arte sea apolítico, sino que el artista debe tener la capacidad de colocarse, amar, conocer y dominar cualquiera de las posiciones, es entonces cuando se convierte en apolítico.
¿Cuál sería el objetivo de hacer teatro?
Generar una vía de comunicación para encontrar empatías con otros. Crear un vehículo que otorgue a otros posibilidades de comunicación. Que provea de sentido a aquello que no se puede encontrar. Abrir el universo a herramientas y posibilidades de la realidad que se construyen con la excepción de lo cotidiano. Ese vehículo de comunicación, esa ventana hacia cualquier cosa, otorgar eso a otra persona es el objetivo.
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