Karina Gidi
Bangads/Coproductions
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Entrevista a Karina Gidi

Una vez más, la actriz nos obliga a llevar pañuelos al teatro. Interpreta a uno de los personajes más entrañables de Cocteau en La voz humana

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Esta es la llamada telefónica más triste. Una mujer padece el amor que se le va y lo sufre como si fuera a morir en el intento por conservarlo.

Quién mejor que la actriz Karina Gidi, quien nos ha hecho padecer el sufrimiento de sus personajes en Incendios y en La pequeña habitación al final de la escalera, para llevar a escena los laberintos amorosos que Jean Cocteau escribió. Como mancuerna, Antonio Castro, el director de El filósofo declara, obra de Juan Villoro.

Otra vez nos harás llorar.
La obra original es muy triste. Es una radiografía de un personaje que sufre una ruptura amorosa. Con la adaptación que el director Antonio Castro y yo hicimos atravesamos el texto con ironía, e incluso tiene momentos chistosos.

Esta obra fue montada también como ópera, ¿qué hay de esto?
Nosotros no le pusimos música, sino sonorizaciones urbanas. Esta mujer está encerrada en su cuarto y de pronto se oye la ciudad. Propuse que buscáramos música para hacer contraste con el lamento, pero no cabía.

Como intérprete es un reto, este personaje lo hizo Ingrid Bergman.
Qué importa, si me van a comparar con alguien que lo hagan con una grande. No he tenido oportunidad de ver su interpretación, sólo he visto pedazos de la ópera. Es un gran texto, Mujeres al borde de un ataque de nervios, de Almodóvar, está basada en esta obra y La Ley del deseo, también tiene una escena de aquí.

Al leer el monólogo, padecí a esta pobre mujer. ¿Te pasa?
Como está el texto original, sí. Es una disección profunda de lo que se siente terminar una historia de amor cuando no quiere, ¡ella está en el pico amoroso! Sin embargo, creo que hay una ideología de la ruptura amorosa que ya le pasó el tiempo encima. Con perdón de Cocteau, pero ella mira todo como una resignación. Todo el tiempo es buena y no guarda rencor. Pero, yo quiero traer a esta mujer al siglo XXI. Ese mismo volumen de dolor, pero sabiendo que ella no se va a morir de amor.  

Es fácil decir "pobre mujer, denle un libro de autoayuda"
¡Claro! La quieres sacudir. El monólogo la hace casi sumisa. En su momento fue vanguardista, pero eso fue en 1937. Ya la arrolló el tiempo. Cualquiera que tenga el músculo suficiente para irse de boca con un amor así, lo va a sufrir. Hay que darle más herramientas al personaje en 2013.

La intensidad emocional no cambia. Sobre eso, nunca te he visto en un monólogo.
Hice uno hace 10 años que se llamó Instrucciones para volar, con José Antonio Cordero. La verdad, no es mi género favorito porque no hay nada como mirar al otro en escena. Yo interactúo con otro al teléfono, pero físicamente no está.

Sin embargo, los momentos más contundentes en Incendios y en La pequeña habitación... son tus soliloquios.
¡Eso digo! En La pequeña habitación... entraba cuatro veces a hablar sin nadie más. En el final de Incendios leía cuatro cartas y tenía un monólogo de ocho minutos en el jurado. Ya tengo experiencia.

¿Cuál es la diferencia entre el dolor de una madre violada (Incendios), una esposa oprimida (La pequeña habitación) y una amante adolorida?
Me ha tocado interpretar personajes que se concentran en la administración del dolor. Entonces, cuando se topan un texto como éste, los directores dicen: "Yo sé quién le entra sin miedo: La Gidi". Ya estoy un poco cansada de explorar ese lado. Por eso escribí una comedia, con David Gaytán. Quiero retos actorales y creativos.

¿Cómo no caer en el cliché?
Hay que confiar en los referentes personales y en la mirada de un director inteligente y sofisticado. Espero que estemos escapando del lugar común y,  si caemos, ojalá  sepamos burlarnos de él. Pero no te garantizo nada. Hay que verla.

La voz humana

Teatro Orientación

Jue-vie 8pm, sáb 7pm y 8:30, dom 6pm. A partir del 14 de marzo.

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