En una San Petersburgo azotada por los vientos invernales, se ve con claridad el carácter de las personas: miserables, tristes y convenencieras. En Dostoievski: Los Demonios y el idiota se nos plantea una historia con personajes que encarnan las ideas filosoficas del escritor ruso, retomando varias de sus novelas y creando un entramado profundamente interesante y con actuaciones francamente sensacionales.
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¿De qué trata Dostoievski: Los Demonios y el idiota?
La trama central se toma de El Principe Idiota, donde conocemos al Príncipe Myshkin, un joven que llega a San Pertersburgo luego de pasar meses en una clínica mental. A razón de este mal que le aqueja es que le llaman “El idiota”. Está enamorado de Nastasya Filíppovna, una mujer de belleza excepcional pero que, en palabras de Myshkin, tiene un rostro que refleja el dolor y sufrimiento por el que ha pasado. También conocemos Rogozhin, un joven que recientemente se hizo rico y que también corteja a Nastasya; y a Aglaya, hija de una pariente lejana de Myshkin con quien también se formará cierto amor y cariño.
A la par de esto vemos pasajes de otros textos como Los Hermanos Karamazov y Demonios, haciendo un viaje delirante en que se cuestiona sobre la existencia de Dios, la bondad del ser humano y la posibilidad de esperanza ante un mundo caótico.
Actuaciones de una calidad impresionante
La totalidad de la obra es interpretada por solo 4 estupendas actrices: Cassandra Ciangherotti y Tamara Vallarta como Nastasya que alternan; María Inés Pintado como Myshkin; Octavia Popesku y Gabriela Núñez como Rogozhin alternando; y Mariana Gajá como Aglaya. La sencillez pero eficacia del escenario (construido de tarimas y con una cruz al centro) pone en relieve el enorme trabajo de las intérpretes ya que tres de ellas toman más de un rol.
Se vuelve un auténtico deleite verlas entregarse a personajes que parecen completamente rotos en su interior. De las actrices que nos tocó ver, María Inés Pintado encarna a un Myshkin de cuerpo derrotado y mirada triste, pero cuya sensatez vuelve paradojico su nombre de “El Idiota”. Tamara Vallarta también se luce como una Nastasya sometida al caos; sintiéndose perdedora de su propio destino, no hay nada más que el mundo pueda arrebatarle. Mariana Gajá es de todas la que creemos mejor comunica con la mirada, sus ojos mutan y se transforman a lo largo de la puesta en escena, pasando de la conmiseración al odio de una forma espectacular. Y Octavia Popesku es simplemente brillante, nos da las risas en los momentos justos como Rogozhin, un sujeto que es tan patético como peligroso.
Y aún en el completo caos, hay esperanza
Además de todo esto, los planteamientos hechos resultan profundamente interesantes y puestos en escena de formas que solo el teatro puede. Nos cuentan historias de terror de madres que maltratan a sus hijos; de hermanos que se traicionan; y de amigos que se desprecian. Ante todas estas realidades, ¿Cómo tener esperanza? La hallamos en el amor puro que Myshkin le profesa a Nastasya, sin pedir nada a cambio ni esperar reciprocidad; en la serenidad de una caprichosa Aglaya al entender que hay cosas que no son para ella; y en el soliloquio final del príncipe, al recordarnos que solo el amor auténtico nos salvará de la barbarie.
Si algo hace perfectamente esta pieza es retomar el espíritu de los personajes de Dostoievski, seres corrompidos y destrozados que caminan en el mundo como almas atormentadas y miserables. Parecían irredimibles, pero si incluso en ellos hay un poco de esperanza, todos nosotros debemos tenerla también.
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