No importa qué tan pequeño se es, cuando se trata de soñar y buscar el sentido de la vida, incluso en un mundo de gigantes, todos podemos lograrlo. Es el caso de Pina, una catarina que una combi y con otros amigos como una luciérnaga, emprenderá un viaje en busca de el último teatro del mundo. Esto es de lo que habla El último teatro del mundo, pero las razones para no perdérse el musical en su última temporada son muchas, enseguida te pasamos cinco.
La Teatrería Tabasco 152, Roma. Metro Insurgentes. Sáb-dom 12:30pm. $300-$400. Hasta el 12 de abril.
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José Manuel López Velarde, el creador y director de Mentiras, es la mente detrás del concepto, libreto y letras enmarca dos por la partitura original del compositor Iker Madrid. El concepto musical y escénico es una de las aportaciones más sólidas al escaso panorama del teatro musical mexicano.
La travesía hacia la fama de la encantadora Pina la Catarina es un pretexto para que López Velarde concrete una genuina carta de amor al teatro y a cada uno de sus elementos. El equipo y el elenco han hecho suya esa declaración y la convierten en una trama divertida, inteligente y, de paso, con un fuerte llamado a seguir los sueños y al arte.
Influido por los sonidos clásicos y vanguardistas de los musicales norteamericanos, Iker Madrid recurre a diversos géneros y ritmos para identificar los deseos y las anécdotas de los personajes. Ofrece una partitura exquisita —interpretada en vivo y sobre el escenario— .
Destaca la cadencia jazzy de "Maga de la luz", la rutina tradicional a la Broadway de "Diez en uno" y la poderosa balada "Mundo de gigantes", canciones en las que el elenco, principalmente Paloma Cordero y Mauricio Hernández, lucen y confirman su bien ganado lugar dentro de nuestro teatro.
Una combi que transporta casi todo y a casi todos, títeres, miniaturas, objetos, un piano sobre una silla de ruedas. En escena se despliega magia, como pocas veces puede verse, gracias a la iluminación de Sebastián Solórzano y el vestuario de Jerildy Bosh. El propio López Velarde junto a Iker Vicente y Roberto Revilla son los creadores de todos los artefactos y el mobiliario.
Ver a Paloma Cordero y Mauricio Hernández en escena es una de las experiencias más completas que puede tener un espectador debido a la riqueza de sus voces y aptitudes actorales. Son parte de un ensamble homogéneo y poderoso que se sumerge en un viaje inocente y divertido hacia el teatro, sabiendo bien que como expresión artística, más que ser de lo último, es de lo primero.
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