Enfrente del WTC y alrededor de las típicas oficinas de la Nápoles y Del Valle hay un oasis de tranquilidad dedicado a los caballeros que cuidamos nuestro aspecto. Al entrar a The Gentleman's Barbershop lo primero que noté fueron los colores cálidos, un muro de ladrillos, lámparas vistosas y cinco estaciones de trabajo, cada una con un barbero uniformado en blanco y negro con moño y tirantes incluidos. Me ofrecieron una cerveza para comenzar mi experiencia de relajación.
Mientras me cortaba el cabello, Julián me contó que aprendió el oficio a los 12 años gracias a su papá, quien le enseñó que “no todo el cabello es igual y hay que prestar atención al detalle”. Descubrí que lo suyo son los looks tradicionales y a juzgar por la cantidad de herramientas, que descansaban en el tocador de madera y espejo amplio, es muy cuidadoso y presta atención a cada detalle: más de cinco peines, tres tijeras, navajas.
El mobiliario de la barbería tiene un toque antaño, sin ser retro o vintage, el jazz y rock clásico de fondo y las constantes preguntas: ¿estás bien?, ¿te está gustando tu corte?, contribuyeron a que el momento de máxima relajación llegara: el turno de rebajar la barba. Me reclinó para aplicarme un pre-shave, colocarme dos parches en los ojos y una toalla caliente con olor a manzanilla. Después de retirarla Julián delineó cuidadosamente la barba para pasar a colocar una toalla fría que cerró mis poros, después aplicó un after-shave que me explicó era adecuado para mi piel un tanto sensible pues no era tan agresivo como otros. También incluyó un masaje en las extremidades.
Lo siguiente fue pasar a la estación donde Alan me lavó el cabello y me masajeó el cuero cabelludo, por si no estaba ya lo suficientemente relajado. Por último, Julián me aplicó una cera híbrida, las marcas de productos que usan son Don Porfirio y Mel Bross. Por el corte de cabello y barba cobran $450, también hacen afeitado de cabeza ($250), tinte de cabeza ($500) y tinte de barba ($250).