Cuando llegué a The Barber's Spa, lo primero que pensé fue en cómo se diferenciaría este lugar de la enorme oferta de barberías en la Ciudad de México.
Su sucursal Del Valle, localizada en una zona abundante en comercios gentrifcados, te recibe con una mesa de billar para que juegues en caso de que hayan muchos clientes. Tienen unos afiches curiosos con los nombres de los cortes. El más raro: The Butcher.
La decoración no es muy diferente del resto de sus sucursales o la competencia, pero resulta acogedora por el trato amable de sus empleados atentos, con una sonrisa que parece sincera.
Fernando, el maestro barbero, me ofreció algo de beber y trajo el encargo de inmediato. Como yo no tenía una idea clara de qué quería para mi cabello, él me ayudó con algunas ideas e hizo un par de sugerencias. Me explicó lo que haría y en cada proceso me daba detalles. Por ejemplo, el uso de navaja de forma superficial para quitar el volumen no deseado.
Yo quería quitarme la barba, pero me convenció de que lo dejara retocarla, y si el resultado no me convencía, me rasuraba. El proceso comenzó con dos bolsas de té en mis ojos para relajar mis párpados mientras Fernando delineaba y uniformaba la barba. Desde pequeño me ha angustiado el tema de las navajas, pero se disipó cuando vi que usó nuevas desde el principio. Me relajó tanto que hasta se me olvidó que los transeúntes pueden verte recostado adentro de la barbería como si fueras un muerto romano con monedas en los ojos. El resultado: conservé la barba y sonreí con mi corte fade.
Después me puso toallas calientes en el rostro con olor a eucalipto y otras frías para cerrar los poros. Por último, un masaje en la espalda con una extraña máquina que me relajó bastante.
Yo pensé que el tratamiento facial fue el asunto del eucalipto y las toallas, así que cuando me dijeron que seguía el tratamiento facial, solo atiné a reírme. La especialista que me ayudó fue muy amable al explicarme con harto detalle los procedimientos, desde las esponjas que usaba, hasta la intención de los productos y diferencias técnicas. Por ejemplo, un producto hidratante significa limpieza profunda de la piel, mientras que humectante es solo superficial.
El ambiente fue tranquilizador, con una música un poco cursi, pero que, al final, sí relajaba. Una área que deben mejorar es el sistema de sonido, que se cortó y provocó un molesto ruido en tres ocasiones, lo que interrumpió la sesión.
Me fui contento y con la cara impecable. Quizá resulte demasiado vanidoso para un hombre, pero después de probarlo, no me molestaría regresar para otra sesión de tratamiento.
El precio por el corte de cabello y barba es de $250 cada uno. El facial cuesta $650.