Esta barbershop es un nirvana para los hombres de verdad. Asistí a arreglar mi aspecto a esta barbería de la Narvarte, al llegar lo primero que noté fue una mesa de futbolito en un recibidor bastante amplio, el cual también cuenta con sillones y una barra de café de especialidad.
Una cortina negra corrediza de alguna manera separa al lobby del área de trabajo, o de relajación, pues una vez que la cruzas el ambiente se torna tranquilo y agradable. En un muro de ladrillo resaltan cuadros con dibujos y modelos de los años veinte y cincuenta, también hay muebles y vitrinas restaurados que muestran piezas antiguas en una especie de tributo al oficio de barbero.
Ahora sí, El guapo era quien me iba atender, lo primero que hizo fue ofrecerme algo de tomar, podía elegir whiskey, gin o cerveza artesanal. Mientras me rebajaba el cabello, El guapo me contó que una chica de Portland le enseñó el oficio, pero eso sí inició desde abajo, y me recomendó algunos productos de grooming y shaving que venden ahí como Prospectors Pomade, una cera a base de agua.
Entre la chela, música tranquila de fondo y una toalla caliente y otra fría que colocó en mi cara, antes y después de pasar la navaja por mi cuello, hicieron que experimentara un momento de relajación y la sensación de estar en un lugar reservado para hombres.
La apariencia cuidada y alborotada del resultado final me convenció, pero estoy seguro que aquí los cortes clásicos con un toque de vanguardia son cosa de todos los días. Si bien, el boom de los copetes y las barbas largas ha creado suficientes barberías en la CDMX, este es un espacio para olvidarte del atrejeo y dejarte consentir como todo un hombre.