Como la mayoría de los peluqueros, Lupillo empezó de “chícharo” (ayudante de barbero). Desde que tenía 15 años observaba la técnica de su papá y después la practicaba haciendo cortes gratuitos a los clientes de confianza. En el negocio continúa esta tradición, pues todos los días se hacen cortes sin costo, pero ahora es el “amigazo” Ismael quien se hace cargo, siempre supervisado y corregido por Lupillo.
Generalmente tienen muchas barbas que delinear; te recomendamos que llames para hacer cita. Mientras esperas, observa la foto de su fachada que está junto a la puerta, te sorprenderás al notar que el local conserva el mismo estilo desde 1947. El mobiliario también es de esa época. Aunque le han dado una barnizada a los cajones, lo vintage permanece en los espejos, los sillones negros de piel y en las navajas.