A las cuatro de la tarde, la calle Monterrey, en la Roma, está repleta de coches a vuelta de rueda que tocan el claxon sin parar. Pero dentro del número 118, donde gira el poste blanco-rojiazul de barbero, uno se la pasa como los mismos dioses. Aquí me han traído un gin tonic mientras suena el jazz, estoy junto a cuatro barberos monísimos que visten de tirante y sombrero, salidos de una película del viejo Hollywood. Uno ya afila su navaja y ¡dan ganas de que te corten todo!
A la Barbería Capital se viene por el “ritual del hombre”, reza el eslogan de Marco Saldaña y su socio Alejandro Lepe, que están al frente de esta barbería con los más altos estándares de higiene y un staff de barberos profesionales, que abrió hace ocho meses en el barrio más hip de la ciudad.
Es un espacio para hombres, en el que uno se puede relajar mientras te cortan el cabello o te arreglan la barba con navaja libre, como se hacía antaño. Saldaña me recibió en su local diseñado con maderas desgastadas, ladrillos oscuros y lámparas metálicas que homenajean las barberías norteamericanas de los años treinta.
El “viejo ritual” comienza cuando colocan una capa blanca sobre tus hombros y reclinan el asiento de barbero, hasta quedar recostado con una toalla caliente sobre el rostro con esencias de cítricos que abren los poros y te relajan. Es ahí cuando la magia está por comenzar.
“Entre nuestros más asiduos clientes están los hombres gay, que llegan atraídos por el concepto masculino y retro. Normalmente la comunidad gay se cuida mucho, les gusta verse bien. Es un lugar para hombres, cualquiera es bienvenido”, dice Saldaña que también lleva barba, el nuevo statement de los galanes de película.
“Contamos con todo tipo de cortes desde los clásicos y fresas, hasta rapados y cortes fades, además de afeitado, delineado y recorte de barba y bigote”, explica Saldaña. Entre los productos que utilizan hay bálsamos, jabones, ceras y cremas de marcas como The Art of Shaving y Dreadnought, entre otras, que están a la venta en el local.
Cada paquete de servicios incluye limpieza de calzado, y un masaje por brazos, espalda y cuello a cargo de los barberos mismos. Pero no se emocionen, chicos, es ahí cuando el “ritual” ha terminado.