Hubo una época, no tan lejana, en la que comer en el restaurante de un hotel era el último recurso. Pero nuestro país ha crecido mucho gastronómicamente y esa efervescencia empuja hasta a las marcas mejor establecidas a renovarse: así sucedió con Zanaya, el nuevo restaurante del Four Seasons Ciudad de México, que sirve comida del Pacífico mexicano con vista a uno de los jardines más encantadores de la ciudad.
De entrada, comer pescado zarandeado, tal como se sirve en la playa, pero en un hotel de lujo, suena literalmente fuera de lugar; sin embargo, el cuidado con el que se reproduce esa técnica de cocimiento tradicional en una zaranda construída ex profeso —aunque se usa leña de encino, en lugar de mangle, que es la que se acostumbra allá— y la frescura de la pesca que llega todos los días de Nayarit, además de la sazón y el entusiasmo de su joven chef, Tonatiuh Cuevas, convencen a cualquiera. El que probé era una pieza para dos personas, con adobo rojo (también lo sirven marinado con cerveza y limón): se sentía el picor moderado del guajillo y su sabor vivaz, que resaltaba con el sutil ahumado de las partes más doradas, y no estaba nada seco, pero el chef recomienda pedirlo entre cuatro personas, para que el pescado tenga el tamaño perfecto para soportar el fuego directo sin cocerse de más. Se acompaña con unos tacos de queso panela oreado y frijoles azufrados (canarios o amarillos) y un carrusel de magistrales salsas. También se puede pedir pulpo zarandeado, camarones o costilla.
Me estoy adelantando a los hechos y no puedo dejar de mencionar que la comida comenzó con una orden de camarones cucaracha estilo Tecuala, crujientes, doraditos, fritos en mantequilla, con esa salsa de chile cora que tan bien se lleva con unas gotas de limón. Son la botana ideal. También hay, por supuesto, entradas frías como tostadas, ceviche y aguachiles, y con contrastes de temperatura, como las "fabianas", aguachiles servidos con caldo de camarón caliente. De tomar, primero pedí un agua de horchata con piñones, una maravilla cremosa y anuezada, que casi elimina la posibilidad de pedir postre, y siguió una elegante sangría blanca infusionada con frutas de verano, que es parte de la carta de coctelería diseñada por Mica Rousseau de 50 Mils.
El postre, plátano macho asado con helado de café, nueces y gelatina de raicilla, también pasó por la zaranda, esa parrilla doble en forma de prensa, que los pueblos nahuas de la costa nayarita armaban originalmente con varillas de palma. Para entonces ya se acercaba el atardecer, fueron encendiendo las luces de la terraza y ese espacio diseñado por el prestigioso despacho de Martin Brudnizki, que de día se siente tan fresco y colorido, se volvió cálido y acogedor, perfecto para una cena romántica o para celebrar con amigos. Zanaya (zaranda + Nayarit), que ya recibió un reconocimiento del Conservatorio de la Cultura Gastronómica por su aporte a la promoción y salvaguarda de la cocina nayarita, fue una apuesta de la importante cadena hotelera, y sin duda resultó ganadora, pues consigue recrear la magia de las playas mexicanas en el corazón de la Ciudad de México.