No tiene nombre ni lo necesita. La cafetería del Museo Dolores Olmedo es una síntesis perfecta de la vida de esta mujer y de la misión del recinto: rescatar las tradiciones de Xochimilco. El huevo –sí, sólo uno– rabo de mestiza tiene ese sabor local y cumple pese a que la salsa es un poco aguada. El detalle incómodo: cobran la entrada aunque únicamente visites la cafetería. Así, uno está obligado a ver la exposición en un recinto inadecuado para discapacitados y personas de la tercera edad.
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