La felicidad entra por la boca y sabe a tasajo, mole negro, chocolate y mezcal. Por supuesto, hablamos de la comida oaxaqueña, un manjar al que nadie se puede resistir.
Fundado por el señor Abel Aguilar y su esposa Amparito Moya en 1988, Tanguyú es uno de las mejores secretos en la zona de Misterios-La Villa. El calor hogareño se percibe desde la entrada, pues es un restaurante que vive dentro de lo que alguna vez fue la casa de la familia Aguilar. Atraviesa un pasillo adornado por un altar a la Virgen de Guadalupe que te conduce directo al patio, en el camino te encontrarás con una larga vitrina que se exhibe artesanías oaxaqueñas, por si te animas a comprar algún recuerdo después de la gran comilona.
¿Ya te desabrochaste el cinturón? Pide una entrada ligera, no queremos que alguien se quede a medio camino. La mejor opción es una sopa mixe de frijol, la sirven con costillita de res y verduras cocidas; el arroz con plátano también te abrirá el apetito y te preparará para el plato fuerte.
Entre los platillos ganadores hay un reñido empate entre las tlayudas y los moles. Por un lado tenemos a las maravillas circulares que llevan tasajo, quesillo, chorizo y cecina arriba de su respectivo asiento de frijoles refritos. Te recomendamos que pidas la tlayuda tanguyú para compartir. Ahora, si de moles se trata, este lugar se merece la medalla de oro. Hay negro, colorado, verde y amarillo, tú decide si lo acompañas con pierna, muslo, pechuga o espinazo de puerco.
Si eres audaz, éntrale al quesillo fundido, a las costillitas fritas y a las quesadillas ahogadas (agradecerás las tortillas hechas a mano), pero recuerda hacer espacio porque viene el postre. Ya sea que elijas un panqué de elote o el famoso flan casero, sí o sí debes probar el chocolate caliente con agua, uno de los mejores de toda la ciudad. Antes de pedir la cuenta, tómate un mezcal de la casa. Tu estómago te lo agradecerá.