Es muy difícil que haya alguien a quien no le guste el croissant. Siempre y cuando esté bien ejecutado, es una de las bases más ganadoras tanto para un desayuno dulce como uno salado. Es vistoso, crocante, untuoso por la mantequilla y el dorado de sus capas aporta sabor sin dominar los alimentos. En esta nueva cafetería en la Condesa, el croissant es toda una ciencia; literalmente se definen como un “croissant lab”. Así que, como puedes deducir, todo el menú tiene que ver con esta estrella de la panadería austriaca.
Entre los desayunos, me llamó la atención el sándwich que llevaba burrata fresca, mortadella y pesto de pistache. Por supuesto el pan que lo contiene es un croissant de la casa. La verdad no esperaba que la combinación fuera tan buena. A la primera mordida, con queso muy fresco y el crunch de los trocitos del pistache, supe que regresaría a probar el resto de los desayunos.
Lo acompañé con un capuchino, pero tienen una buena selección de tés calientes y fríos de la casa o embotellados del proyecto de tés y tisanas Tesis.
Del lado de los desayunos dulces, aquí hay creaciones que suenan maravillosas y singulares. El Croffel es un croissant prensado para que tenga la forma de un waffle, servido con crema mascarpone, miel de maple y frutos rojos; también está el Carrot Cake, que es un croissant relleno de pastel de zanahoria, con cremoso de queso crema y crumble de nuez por encima.
Me fui a la segura con una croncha. Base de croissant con cubierta de mazapán de una concha, de buen tamaño y nada empalagosa. En esta casa apoyamos siempre la creación de nuevos multiversos del croissant.
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