Comfort food es el anglicismo que hace referencia a la comida nostálgica, recetas caseras y sencillas cocinadas con lentitud y esmero, que se comen con facilidad, con los ingredientes más frescos y que al final, resulta en un comer suculento. Food porn, otro anglicismo que provoca euforia porque se utiliza para los platillos que en una sola presentación contienen tus deseos culinarios más lujuriosos; imagina, por ejemplo, nutella y vainilla listas para juguetear con tocino y chocolate, los cuatro en un encuentro sólo para ti.
Bajo esos términos, son sensaciones las que hacen que te dejes llevar en Soul La Roma; entre motocicletas rediseñadas, ambiente industrial y urbano, luces tenues, paredes de ladrillo, música estilo garage house, cocina de autor y todos los permisos en orden para comer con las manos, medirás calorías en la escala de Richter. En una de las paredes encontrarás fotografías originales de varios autores, como Paul d'Orleans y Catherine Abitbol, una fotógrafa de arte mexicano.
El menú fue diseñado por el chef Roberto de la Parra, apasionado de la gastronomía a un nivel hedonista. Su fuerte es la cocina urbana, la que surge en los barrios de las ciudades grandes del mundo, fresca, reinterpretada y recargada con los ingredientes que a todos nos gustan. Una carta breve con entradas de pork belly y ribeye; mac & cheese; hot dogs y hamburguesas, augura una fácil elección, pero las apariencias engañan. Cuando te encuentras con rellenos de jalapeño y cheddar, costras de panko y las palabras mucho y tocino en un mismo enunciado, las cosas toman un sentido mortificante.
Decidí comenzar con la recomendación de la casa, la burrata soul. Es un sartén con una tibia bola de queso mozzarella cremoso con jitomates cherry rojos y amarillos, son dulces y explotan al morderlos, se embebieron en un salteado de aceite de oliva, romero y limón eureka que se confitó. Es un platillo perfecto para iniciar porque los sabores son tenues, se construyen entre uno y otro, esperas un golpe de aromas que nunca llega porque el queso suaviza y redondea hasta las texturas. Pídelo para compartir y anota que al final hay que limpiar el sartén con el pan de caja.
Me sentí capaz y pedí dos platillos fuertes. Comencé con la mega grilled cheese burger sandwich: 585 gramos de carne, jugos y queso danés suave entre tres panes húmedos en mantequilla. Brillante la sazón de la carne a término pasadito del medio y sobre el queso no hay que ponerle más que unas gotas de la salsa de chile morita. El segundo tiempo fue el soul cheese n’ bacon, un hot dog con pan artesanal y salchicha Frankfurt, encima lleva mac & cheese y cubos de tocino. La pasta era cremosa con un ligero sabor a vino blanco, la salchicha casera y especiada. Si quieres experimentar el food porn, de manera literal, esta es la opción. Por obvias razones anoté en pendientes (urgentes) la hamburguesa sunny side up, con parmesano y un huevo estrellado; también la de pato confitado con brie... Dicen que hay más tiempo que vida.
Si quieres algo ligero o eres vegano, hay hamburguesas de plátano macho, de portobello y ensaladas de quinoa; si no, te confieso el postre: BNB (brownie, nutella, bacon). Es un tradicional brownie de chocolate, entibiado y bañado en nutella, con una bola de helado de vainilla a un costado y tocino suave encima, un contraste de sabores ahumados, dulces y salados. No sabrás si le das gusto o castigo al cuerpo, pero te recordará las ganas de vivir de una manera placenteramente forzada y cínica.
Limonada rosa con frutos rojos (¡hazlo!), cervezas artesanales y malteadas ligeras o espesas, no hay excusa para reprimirte. No confundas la glotonería con lo que es reconfortante para el alma.