Aunque la queremos mucho, la CDMX es compleja, ruidosa, estresante y, en cuanto a alimentos, es casi imposible encontrar lugares cuya materia prima provenga de fuentes sustentables y orgánicas que no cuesten una fortuna.
Por ello teníamos muchas ganas de visitar Solar, a la entrada de Valle de Bravo, con un concepto farm to table que bien vale la escapada de casi dos horas para conocerlo. Se trata de un restaurante que permite apreciar de primera mano el origen de cada ingrediente; respetar y aprender sobre la tierra que nos alimenta y donde los chicos pueden convivir con el entorno libremente, sin miedo al lodo ni a perderse.
Desde el interior, las puertas están abiertas hacia su extenso jardín, con múltiples juegos de madera, y brincolines para que los peques se diviertan a sus anchas mientras los adultos se relajan con un coctelito, como su gin del huerto, con ginebra, toronja e infusión de manzanilla de la casa. Sus creadores, al tener dos niños pequeños, idearon un espacio para que todas las edades la pasen bien y disfruten de un menú que, más que saludable, tiene como prioridad la trazabilidad.
La mayoría de sus ingredientes, desde los vegetales a lo lácteos y las proteínas, vienen de ranchos agroecológicos locales. Con esa calidad de productos, no necesitan recetas que maquillen su sabor natural; basta cortar jitomates de distintos colores y variedades, agregar un poco de pesto y burrata y -voilà- obtienes la mejor ensalada que, al menos yo, había comido en un buen tiempo. El sueño de todo foodie, verdaderamente.
Aquí el menú se adapta a la disponibilidad de los insumos, bajo un esquema de comercio justo, pero hay clásicos del lugar como el papardelle con chícharos orgánicos y parmesano o el tiradito de trucha ahumamda con mayonesa de eneldo. Como ya estaba comenzando la temporada de lluvias, aprovachamos para probar un plato fuera del manú que fue un festín de hongos silvestres de la región.
El hombre detrás de la cocina de Solar es el chef Steve Bell, quien trabajó casi seis años en Rosetta, así que no es casual que aquí la panadería (dulce, salada, todo lo que lleve harina) es un tema completamente dominado. En cuanto llegues, hazte un favor y asegura un rol de cacao y uno de pistache (y tres más que no te durarán ni el regreso a la CDMX).
Tip: en el jardín algunas noches tienen música en vivo o cine al aire libre.
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