Cuando llegué a Guanajuato pregunté por un restaurante para comer, varios me recomendaron Santo Café, así que me lancé para comprobar su fama. El local se encuentra en un callejón, en el Puente del Campanero y para entrar debes cruzar (obviamente) un puente, en el cual hay tres mesas. Cuando llegué había bastante gente, así que tuve que esperar 30 minutos.
El restaurante-café se encuentra en una casona adaptada, con mesas en lo que sería el lobby, la sala, el comedor y las recámaras. La carta es muy variada, tienen desde huevos rancheros, hasta baguettes de carnes frías.
Pedí una crepa de jamón y queso que llegó en forma de almohada con aceitunas negras. Literalmente escupía queso manchego en cada corte. Después vino la pasta con jamón y hongos, algo desabrida, pero con un poco de sal mejoró mucho.
Para terminar pedí un espresso que llegó tibio, pero con un gran sabor. El café viene de Veracruz, así que no falla. Te recomiendo llegar temprano o hacer reservación porque puedes esperar hasta una hora para entrar.