El blanco denota limpieza, pureza, belleza y elegancia. En la búsqueda por expandir la experiencia del buen comer, Blanco Colima genera sensorialidad con sus tres propuestas gastronómicas dentro de una casona porfiriana: un bar de tapas, Bellafonte y Lázaro. Lázaro es la propuesta “fine-dining”, un comedor que convierte el ambiente en elegancia y la atención del servicio toma un tono galante que asegura una experiencia de primer nivel. Aunque se fueron a la segura con el menú de alta cocina, la técnica, los sabores y la solución visual que le dieron a los montajes resultaron impecables. También tienen un espacio para exponer arte emergente y Le Macaron Boutique, un rincón repostero que se hace valer por sí mismo. Blanco Colima es demasiadas cosas reunidas en un solo punto y respiran con aire joven un lapso de formalidad.
Platillo: Solomillo al vino tinto con papa trufada y ejotes. En término medio la carne queda muy jugosa, junto con la salsa semidulce de vino tinto y el aceite de trufa en la papa, el platillo convence de tener un balance sensorial.