Todo inició en Tokio (2003), luego llevaron sus platillos a Estados Unidos (2011) y finalmente, Ramenya llegó a México en diciembre del año pasado para deleitarnos con dos platillos estelares de la tierra del sol naciente: el ramen y tsukemen (fideo por el que el crítico americano, Jonathan Gold, mencionó como de los mejores que ha probado).
El espacio es pequeño y muy estrecho, no posee grandes adornos que hagan alusión al país asiático, pero la música otorga poder suficiente para acogerte en este otro lado del globo.
Me fui por el tsukemen con huevo cocido; lo sirven en dos platos, en uno el fideo y en el otro el caldo, y para que quede de diez debes remojar la pasta larga en el caldo evitando que se enfríe, esto hace que los sabores se mantengan prácticamente a cada bocado. Mi acompañante pidió el miso rojo, muy espeso, y y por los gestos que hacía entre mordidas, vaya que estaba picante.
De acompañamiento estuvo la asahi, una cerveza japonesa, y el sake puede llegar sorpresivamente servido desde una jarra tradicional, como un bambú recortado por la mitad. Nos alegra que decidieran probar suerte en traer el concepto a México, porque de ramen nunca descansamos.
Midorys Canales