Lo que tiene de pequeño este local se compensa con la calidad de sus productos y la atención uno a uno que recibes. Es un espacio que te permite hacer una pausa, entras a una burbuja en donde sólo importas tú y lo que vas a tomar, gracias al proyecto que concibió el barista y experto en té Mauricio Zubirats.
Raku Café es minimalista, para que nada te distraiga de la espectacularidad del expreso con Chalum de Buna: abundante cuerpo, brillante y balanceado con notas a chocolate. Si te animas por alguno de los métodos de filtrado —pour over— tendrás la seguridad de que se eligió el grano adecuado por procedencia o sus cualidades, podrían ser de Etiopía o del Estado de México. En el caso del cold brew te quedarás con la duda porque el café que Mauricio eligió es secreto. Al tomarlo directo notarás que no es excesivamente ácido, y si lo quieres con hielo, tu bebida no se aguadará porque es hielo kosher de alta densidad, o bien tómalo con leche o en la versión tonic, con agua quina.
El té no pasa a plano secundario. El matcha es de Ippodo (Kyoto, Japón), una marca con tres siglos de tradición que no encontrarás en otro sitio. Lo preparan con batidor de bambú, con sumo esmero y cuidado; lo mismo que el resto de la breve pero activa línea de productos en el menú.