Imagina que te despiertas en tu cuarto de hotel, decides bajar por el desayuno, y en lugar de firmar la cuenta únicamente te retiras tranquilamente a seguir con tu día. Así funciona el desayuno que no se puede pagar en los hoteles Pug Seal.
El restaurante del Pug Seal Hotel Anatole France, por ejemplo, tienen un pequeño y sumamente floral espacio con mesas de jardín, acolchonados sillones y ventanales altos que dan hacia el muy bien cuidado patio; es como estar presente en la escena de Alicia en el País de las Maravillas y las flores.
Mientras tanto, y parte estelar del espacio que opera las 24 horas, está latente un desayuno gourmet inspirado en la auténtica comida mexicana, desarrollado por el chef Carlos Eduardo.
Puedes iniciar en la barra con fruta, jugos, café y mini sándwiches triangulares, la cual se queda hasta medio día, posteriormente lo cambian. En este menú matutino encuentras desde las opciones más saludables, como la dulce vida (avena cocida con leche vegetal, canela, frutos rojos, plátano y nuez), hasta los de tradición como el buen humor (huevos veracruzanos, en tortillas de maíz rellenas de huevos revueltos a la mexicana bañados en salsa de frijol con chorizo, crema y queso).
Probé los surrealistas, huevos pochados servidos sobre un crujiente pan tostado cuyo baño de salsa tatemada dio en el blanco ante los tonos ahumados y picantes; los nopales con xoconostle a un lado venían muy bien sazonados y se disfrutaron así al natural.
Ponte trucha porque habitación tiene derecho a dos desayunos a la carta, aunque en realidad se antoja probar cada uno de los platillos, y para acceder a él necesitas el hospedaje. Todo para que, finalmente, sea la experiencia total de sentirse como en casa.