La CDMX alberga pastelerías y reposterías únicas en sabor y presentación. Aunque también hay postres asiáticos, el método panadero tradicional es irresistible al paladar. Conoce estos panes tradicionales obligatorios y de paso date una vuelta por estas originales panaderías japonesas.
Caminas por la extenuante Ciudad de México tratando de ignorar el bullicio habitual porque otra vez se te hizo tarde, cuando de repente un aroma te seduce, te atrapa. Es una ola que se percibe cálida y te reconforta, que pone a todo tu cerebro a trabajar para que, en menos de un segundo, puedas concluir que “huele a pan recién horneado”. ¿Qué es lo que percibes en ese olor? Mantequilla, azúcar, canela, chocolate…¿Realmente podrías explicarlo?
Los seres humanos percibimos cinco sabores que hemos catalogado muy bien como dulce, amargo, salado, agrio y umami. Pero somos receptores de infinidad de olores a los cuales nos es extremadamente difíciles encontrarles una descripción o un adjetivo siquiera.
¿Por qué? Porque el olfato, a diferencia de algunos de los otros sentidos, no se procesa conscientemente. La información va derechito a nuestros centros de emoción y memoria. Lo más seguro es que, al detectar ese aroma en la calle, sepas que huele a pan recién horneado porque te recuerda al pan de feria que comiste en Coyoacán, al pastel de chocolate que hacía tu mamá o a las tradicionales conchas de Costra o a las de El Cardenal.
El olor del pan nos recuerda que, más allá de los sabores, de la textura del azúcar, de las chispas, de la crujiente corteza, de lo esponjoso del relleno o del dulce betún la experiencia de comerte un pan es de confort. Es hacerte una cuevita en la que sólo caben tu pan, tu café y tu. Si el sabor tiene —casi— nada que ver con el sentido del gusto y mucho que ver con el sentido del olfato, ¿por qué lo hemos relegado?
La panadería tradicional en México tiene un sinfín de representantes: la oferta de los negocios tradicionales como los bolillos, las conchas, los cuernos, las chilindrinas, los moños o las orejas; el milenario —y en su momento sagrado— pan de pulque; los panes festivos como el pan de muerto o la rosca de reyes; los buñuelos del Mercado de Medellín; y hasta aquellos bizcochos de los nuevos lugares de moda a los que tanto les gusta el cardamomo. Pero, más allá del sabor, la textura y el color, ¿podrías describir el olor de tu favorito?