No es un restaurante de cocina italiana, tampoco una pizzería napolitana; es un punto y aparte en la Roma que hace un poco más divertida la cocina mediterránea.
Adriana Lerma, mejor conocida como Miwi, es chef y socia de Belmondo y Bar Félix. Una vez en el negocio le surgió la inquietud por ofrecer pizzas napolitanas en la ciudad, pues aunque ya había un par de lugares, hace seis años tampoco abundaban. La chef Miwi no se quedó con las ganas y se acercó a Giuseppe Manuele Scalia y Joshua Serrano —expertos pizzaiolos del Campeonato Mexicano de la Pizza— para aprender las técnicas que después reforzó con un viaje a Nápoles, Italia.
El resultado es el ahora hermanito de Bar Félix. Viven juntos pero no revueltos: Pizza Félix se encuentra —casi oculto— hasta el fondo del pasillo en el número 64 de Álvaro Obregón. Es una suerte de terraza techada que se vale del dicho “menos es más”, te sumerge en contexto tan rápido que hasta jurarías que respiras aire campestre.
Encontré que hay tres platillos obligatorios. Primero la ensalada farro con labne, trigo, ejote y hierbabuena, interesante en texturas, ácida por el limón y el jocoque sin llegar al drama. Luego las sardinas portuguesas, responsables de la cuarta estrella Time Out: chips de ajo, limón amarillo asado y alioli cítrico, jugosas y aromáticas, así nada más. Finalmente los duraznos de verano con mascarpone, aceite de oliva y pistaches, un cierre idóneo.
Las pizzas o llevan salsa de jitomate San Marzano —denominación de origen, o son blancas, sin salsa roja, todas con una masa de grosor mediano. La fontana es una de las especialidades, lleva salsa blanca, papa confitada con hinojo y hojas de mostaza; otra es la carbo pepe con papada de cerdo y pecorino pepato de oveja con pimienta. Otras pizzas con sabores más despuntados son la que sugiere Miwi, la fungi con shitake, cremini y setas; y la meat lovers de la souschef Tania Barragán, con bresaola, salchicha italiana y salami calabrese.
Otra de las maravillas de Pizza Félix es que hay vinos naturales sin levaduras añadidas y sin filtrar, que más allá de una moda, representan una forma alternativa de consumir vino. Anímate a probarlos, después, claro, de un spritz st. germain o un pistachio sour con tequila blanco y sirope de pistache.