Los tlacoyos, las quesadillas y los sopes pueden ser de maíz azul. La masa índigo hace las tlayudas más interesantes. También las pizzas. Sí, leíste bien: pizzas cuya masa está elaborada con maíz del color del cielo.
En este pequeño local de la Zona Rosa, las rebanadas son abundantes y llenadoras, y predominan los ingredientes mexicanos tradicionales como nopales, chicharrón prensado y cochinita pibil. Las describiría como las hijas de una pizza y una tlayuda; los quesos manchego y Oaxaca complementan muy bien el sabor a maíz de la masa, menos densa que la de una pizza común y corriente.
Aunque el espacio es limitado y los asientos son escasos, el servicio es eficaz. Lo ideal es parar aquí, comerse una rebanada como quien se come un antojito callejero, y continuar con ánimos para la fiesta que nunca termina en la zona.
Además, por cada cinco rebanadas de pizza (pixza, perdón) que compren los clientes podrán apoyar a una persona en situación de calle mediante una estrategia de empoderamiento social. En ésta, no sólo se contempla regalar comida, sino cursos gratuitos, cortes de pelo, baño y asistencia médica a personas desfavorecidas, así como la posibilidad de un empleo.
Pero volvamos a las pixzas. Recomiendo la romántica, de cochinita pibil con cebolla morada y habanero; la mal amarrada, con tamal de Xantolo -relleno de pollo, carne de cerdo, ajo, chile morita y hoja santa- cocinado en hoja de plátano; y la penta, de chicharrón en salsa verde con chile cuaresmeño.
También las hay de chapulines remojados en sal y limón, de tinga de conejo y de nopal entero asado y marinado con maggi y limón.
Puedes pedirlas “más allá”, en rebanada, o “más acá”, en versión pizzeta individual. Y para acompañar, una chela refrescante o un trago de mezcal joven.
Si sales de reven por la Zona Rosa y terminas con hambre, una pizza azul reúne lo mejor de dos mundos.