Hace tiempo en alguna cena escuché a la gente quejarse de la escasez de restaurantes italianos auténticos en la ciudad. Hoy, con la cantidad de lugares dedicados a esta región europea que han abierto en el último año, sería imposible decir lo mismo. Pasticcio, que acaba de abrir sus puertas en la Juárez, se suma a la ola de propuestas italianas de excelente calidad, así que si te encanta la pasta artresanal, debes ir corriendo.
A un lado de la entrada está el Alimentari, o sea su tienda de abarrotes donde venden, además de pesto, limoncello o vinos italianos, variedades de pasta fresca y seca hecha en su taller, que verás a un costado, en otro cuarto más de la hermosa casona de los años 30 que da cabida a Pasticcio. Checa en su (IG: alimentari.pasticcio) las próximas fechas para que aprendas a hacer pasta espectacular de la mano de expertos, ya que quien está detrás de los alimentos es el chef italiano Matteo Zega, luego de pasar pasar —ahí nomás— por restaurantes como Noma en Copenhague o Quince en San Francisco (con tres estrellas Michelin).
A México lo invitó Francesco Gaillard, quien, después de trabajar en el restaurante Cotogna (San Francisco), conoció a Sofía Acuña (Dooriban) en unas vacaciones — la cual ahora suma su expertise al proyecto— y decidió quedarse.
Aunque todos tienen formación en fine dining, en Piazza Pasticcio querían crear un espacio relajado, al aire libre, que recreara el buen vivir de las plazas italianas incluso en el color terracota de los muros.
Probé dos pastas solo porque no tengo más estómagos, pero es uno de esos lugares donde hay que volver hasta conocerse el menú completo. ¿Cuál es el must que debes probar primero? diría que la Fregnacce Abruzzesi: una pasta fresca similar a la lasagna, hecha con espinaca (de ahí su lindo tono verde), servida con ragú de la casa y salsa de parmesano. La otra, en apariencia más simple, pero totalmente untuosa y delicada, fue una pasta al pesto genovés, con piñones y aceite de oliva siciliano. Evidencia de la diferencia que hace una buena materia prima y todos los trucos de la ejecución.
A una abuela italiana no se le desprecia el postre, y aquí ocurre lo mismo. Ya sea que optes por el tiramisú, cuya presentación te hará sentir que es tu cumpleaños y su dulzor ligero no te deja parar; o por el divertido Bonet Piemontese, que consta de un pudin de chocolate, un shot de expresso, uno de amaretto y unas varitas de galleta, elementos con los que puedes jugar y combinar como se te dé la gana.
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