Encuentra en estas pastelerías y reposterías tus recetas favoritas de México y el mundo. Si buscas algo menos dulce, no dejes de conocer las mejores panaderías de la Ciudad de México o para fechas especiales, te recomendamos las mejores roscas de reyes y pan de muerto.
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Reposterías en la CDMX
La vida es dura pero seguimos aquí porque nos gustan los postres. Si te identificas con esto, debes saber que somos legión. Las creadoras de Astro Bakery, Ana Izquierdo y Hatsumi Amador, tuvieron una idea millonaria: cada dos semanas hacen pop ups donde, por una cuota fija, puedas probar tres creaciones dulces diferentes acompañadas de vinito o cerveza, a la vez que conoces gente nueva que es tan fan de los postres como tú (aproximadamente 12 personas por sesión).
Por poner ejemplos, podrías saborear su pastel de zanahoria con lemon curd, un cheesecake baklava con pistache, un pie de chocolate con crema de café o una tarta de frutos rojos. Si quieres formar parte, manda mensaje a su Instagram @astro__baking para conocer los detalles y ubicación de la nueva edición.
Y si eres más bien introvertido pero no quieres dejar de probar estas delicias, también tienen la opción de pick up, donde pasas por tu caja con una rebanada de los tres postres.
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Hay días en que lo único que necesitas es un postre que te remita a un momento de la infancia. Este local de la Narvarte podría lograr justo eso con sus donas estilo Texas. Tal como los postres americanos, aquí todos los productos son muy grandes y muy dulces, con ese glaseado que te dejaba embarrada la cara cuando no sabías qué era una caloría.
La más sencilla es la glaseada tradicional, y entre las más solicitadas están las berlinesas rellenas, desde jalea de blueberry a crema de cacahuate. También hay otros clásicos gringos como los apple fritter (masa de dona de forma irregular rellena de manzana), los “longjohns”, que son panes más alargados, con relleno de crema pastelera y cubierta de maple.
Mi favorita, por sencilla y acidita, fue la que solo lleva glaseado de toronja y sal ahumada. Ojo, si te empalagas fácilmente, ve con cuidado porque solo vas a soportar la mitad de una dona. La mayoría de la gente va por una caja para llevar, aunque si quieres quedarte hay algunas mesitas y barra de café y malteadas.
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Sin duda la Narvarte es una de las colonias que resguarda grandes joyas para darle gusto a esos antojos dulces, y una de ellas es María Fortunata, un increíble taller de postres con un toque girly y sofisticado que los sorprenderá con cada una de las creaciones de Marisol Martínez, una repostera apasionada por el mundo del chocolate que decidió darle vida a sus sueños tomando como inspiración a su abuela -o su nonna, como le llaman en su familia-.
Lo que me encanta de este lugar es que desde que entras percibes una vibra muy relajada que invita a darle rienda suelta al antojo; puedes pasar por algún postrecito de la vitrina, disfrutar de un reconfortante chocolate caliente con lavanda o encargar un increíble pastel para esa ocasión especial.
Su carta es dulce, deliciosa y cambiante (hay sabores de temporada para que no te aburras), podrás encontrar una gran variedad de postres individuales, pasteles, galletas, panqués, bombones, y buenas opciones de bebidas como chocolate de mesa con diferentes toques de sabor, la barra de cafés, matcha, golden milk, chai y limonadas.
Las delicias que se robaron mi corazón y que son un verdadero must to eat en María Frotunata, son el eclair de maracuyá, el cheesecake de cabra con frutos rojos y la paleta de avellanas; ¡qué agasajo disfrutarlos con un latte tradicional o de lavanda! si son fans del chocolate tanto como yo, les recomiendo apapacharse con el chocolate caliente 65% cacao con cardamomo y una galleta de plátano con nutella:...
Alguna vez en Francia vivió una pequeña niña pelirroja llamada Luciana Christiansen, amante del azúcar y la alta repostería. Cuando creció decidió seguir el camino verde del vegetarianismo para después volverse vegana. No quiso quedarse sin esos deliciosos recuerdos, y no fue necesario renunciar a los pasteles. La solución fue recrear sus propios antojos.
Luego de tres años de prueba y error, y a falta de ofertas veganas ricas y baratas en el mercado, nace Veganería Le Muf en la Escandón. Ella misma prepara los postres con recetas originales que incluyen ingredientes no procesados, sin colorantes artificiales, químicos o saborizantes. Una manera más para saber cómo ser vegano en la CDMX y no morir en el intento.
Pasteles, macarrones franceses, brownies, cheesecakes de fresa, mango, guayaba —o la fruta que tengan disponible— son algunos de los postres característicos. Además de repostería vegana, ofrecen cremas, quesos y mantequilla que ellos mismos elaboran en su versión más saludable. Ya lo anotamos en las mejores tiendas veganas en la CDMX para productos diarios.
Mi primer contacto en este mundo fueron los brownies con frutos secos y almendras: una base ligeramente crujiente que da forma al pan suave y la intensidad del chocolate. No lleva huevo, la mezcla toma forma gracias a la imperceptible linaza.
La tarta de maracuyá, cremosa y firme, con glaseado dulce y crema batida vegana —que ellos mismos preparan— es imperdible: una combinación de texturas entre la base...
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Solo falta que las paredes sean de chocolate para que la visita a Oscuro Puro se convierta en la experiencia íntegra de este ingrediente. Es una pequeña cafetería pariente de Cachito Mío y creada de igual manera por Patricia Franco y Olga Shaden; reconocible como chocolatería de productos 100% mexicanos. Un lugar que se une a las pastelerías y reposterías en la Ciudad de México que nos enamoran a vista y paladar.
A los costados están expuestos los productos que puedes llevarte a casa: chocolates a granel, tarros rellenos, chocolate en polvo y hasta licor de chocolate. Hay vinos y cervezas artesanales ($72) para maridar, stout con cacao y chile de Házmela Rusa o Tenebrosa american pale ale con enebro, entre otras.
Para tomar está el xocolatl picante, 100% cacao con miel y mezcla de chiles que se infunde sutilmente alrededor del paladar. Lo acompañé con un pastel vegano que llegó coqueto en presentación y estupendo en sabor: hecho con nuez de la india, aceite de coco, dátil, higo y cacao, es tan ligero que le das cucharadas sin percatarte que ya está por terminarse.
El panqué de matcha con chocolate es una carta más golosa, que sabe a horno tradicional y está más crujiente de lo que luce, pero cumple con la frescura del polvo verde y la sensación cacaotosa.
Oscuro Puro guarda cariño por sus pequeños productores (de Tabasco y Chiapas) para venerar el trabajo y creación de un elemento tan querido.
Sabemos que el amor puede ser cosa complicada, pero cuando es tan dulce como un brownie de triple chocolate horneado con galleta y tan calientito que parece que apapacha con cariño y delicadez tus papilas gustativas… ¡elijo amor eterno!
La Dulzura de mi Corazón es un pequeño lugar en la Roma que podría pasar desapercibido si no es por la vitrina que alberga pedacitos de amor —y dulzura, por supuesto— en sus entrañas y hace voltear a cada persona que pase caminando por fuera o en su auto.
Tonos blancos y rosas, y dos pequeñas mesitas acogen a cada apersona que entra en este paraíso azucarado, el letrero neón al fondo te invita a perder el miedo, a ser feliz, a amar. ¿Y cómo decir que no a tan irresistible aventura?
Los besitos fueron la primera muestra amorosa que recibí y un besito en el cuello —merengue francés parecido al macaroon relleno de vino tinto y chocolate amargo— me puso en el mood para pedir más. Besito de amante definitivamente me atrapó, la primera mordida es crujiente y dulce pero cuando llegas al relleno suavecito de queso crema, Nutella y chocolate kinder te regresa a esos momentos en los que fuiste inmensamente feliz.
Mi caricia favorita fue el amor muerto, originalmente nació sólo para celebrar el Día de Muertos pero tuvo que quedarse en el menú por enamorar a los clientes hasta los huesos; es un pan blandito preparado con mantequilla, bañado en tres leches y relleno de mucha Nutella, chocolate kinder y betún de queso crema endulzado que se sirve...
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Buscando un lugar en el cual poder satisfacer esa dosis de azúcar diaria que te pide el cuerpo encontré Jolly Molly, un lugar cuya especialidad son las donas artesanales, hechas con ingredientes 100% naturales y frescos.
Solo con ver la variedad me sentí emocionada y no sabía por cuál comenzar, por un momento pensé en quedarme ahí, ya que cuentan con un pequeño espacio con sillas y mesas, pero no quería que me vieran como desquiciada por las donas, así que pedí un Iced Matcha Coconut Latte y ordené una docena para llevar.
Fui probando una a una y en realidad se tornó complejo el elegir mi versión favorita, inicié con la de crumble de almedras y nueces, Chocolate decadence —total explosión de chocolate sobre chocolate, y rellena de chocolate— y la Cotton Candy, que por cierto es una de las favoritas de los niños.
No soy muy fan de la crema de cacahuate pero me atrevo a recomendar la Peanut butter brownie, la capa glaseada de crema en el tope tiene un buen balance entre dulce y salado con los trozos de chocolate y brownie como topping.
Seguí mi camino ahora por sabores que se veían menos intensos; probé la blueberry cuadrada, y en lugar de orificio tiene un huevo relleno de mermelada y cubierta con un glass ligerito de la misma fruta. No le entré a la de glaseado de maple con trocitos de tocino pero estoy segura de que la amarán.
Algo que me gusta mucho de esta tienda es que cuentan con entregas a domicilio, así no te cuestionarán cuando saldas con una docena para ti solo.
Gastón Olea dejó su vida en México para estudiar repostería en Francia durante un año. La escuela Ferrandi le dio las herramientas para volver a su país natal y ofrecer pasteles con sabores nuevos, que provienen de la tradición francesa pero con raíces mexicanas.
“Era casi militar”, cuenta Gastón sobre su formación. “Entrábamos a las siete de la mañana, salíamos a las cuatro de la tarde. Además teníamos prácticas en hoteles que había que intercalar con las clases. El resultado habla por sí mismo: pasteles artesanales, deliciosos, llenos de color y sobre todo inéditos en la Ciudad de México.
El flan francés, por ejemplo, tiene la personalidad del flan pero con un final a la brûlée. La galleta, el caramelo y las frutas hacen una combinación fresca, dulce y crocante. El macarrón de frutos rojos viene con un “hijito” de tamaño normal. Que la forma galletosa no te asuste: los frutos otorgan el balance ideal para que este se convierta uno de los postres favoritos de los conocedores. Mención aparte merece la tarta de limón, casi deconstruida: gotas de crema con limón sobre una galleta al mismo tiempo esponjosa y crocante. Hasta arriba, una hojita de oro comestible. Es ideal para quien no ama los postres dulces.
Francia y México se unen en las manos del chef repostero Gastón Olea, quien es uno de los empresarios afectados por los sismos de septiembre de 2017. Si se trata de comer pan para el susto, mejor aún es probar uno de sus pasteles, repletos de sabor y cariño.
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El local dentro de Barrio Alameda es pequeño y sólo hay una banca para esperar a que tu marquesita quede crujiente. Cuando hay mucha gente no encontrarás lugar para esperar.
En las repisas hay productos de otros locatarios que utilizan para cada una de sus recetas; sólo hay una estufa, que es donde hacen la magia, y se acabó. No necesitan decoraciones extravagantes ni muchos elementos, hay un ambiente ligero y un aroma delicioso.
El menú es con ingredientes del día. Tenía antojo de algo dulce y pedí una de mermelada de habanero con queso de bola (servido con todas las marquesitas). La masa tenía un sabor neutro, ni dulce, ni salado, y la mermelada le daba un poco de picor, casi imperceptible. Con el calor se derrite el relleno y aguada la bolsa en la que lo sirven, procura pedir unas servilletas para que no te embarres demasiado.
A pesar de mi falta de fe por la de crema de avellanas la pedí y me sorprendió. Lo dulce de la crema se complementa con lo salado del queso, te la recomiendo mucho pues te sorprenderá a cada mordida. Las marquesitas de Crujiente Antojo Yucateco son para saciar el antojo, si vas a la Alameda Central no se te olvide pasar por el postre.
Llega a México una tienda de donas nacida en Saint Louis, Missouri. Todas las donas son hechas en casa y el menú cambia cada mes. Tienen tres tipos de donas: las clásicas, las creations y las strangers.
Los sabores dependen de la hora en la que vayas porque algunas se acaban muy rápido. Pedí una de maple con tocino para comenzar, y era magnífica porque el tocino estaba suave y el glaseado tan dulce que se complementaron bastante bien. No te queda un sabor grasoso ni quedas harto después de dos mordidas, al contrario.
La gooey butter se desmoronaba con solo tocarla y su sabor era totalmente a mantequilla con un poco de azúcar por encima; me recordó a un panqué esponjoso. También probé la cookie monster, una dona extraña: forma triangular, tres tipos de galletas trituradas por encima y un glaseado de vainilla. Te diviertes al comerla pues tiene un decorado llamativo, pero en cuanto al sabor, lo mejor fue la parte de arriba, lo demás era mucha masa.
Aunque no es su especialidad te pueden servir un buen expreso y tienen leche con chocolate para que te sientas niño otra vez. Si vas a mediodía no hay tanta gente, el personal está un poco más desocupado y puedes ganar una gran charla sobre el concepto y los antojos azucarados.
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