Conclusión: ya no queremos salir por la noche a ningún lugar que exprese abiertamente lo que es. Nos gustan los lugares ocultos o speakeasies y ahora los restaurantes se suman a la tendencia.
Estuve cazando durante meses la apertura de un bar que abriría justo arriba de El Parnita, la taquería de “onda alternativa” de la Roma, o “los tacos hipsters”, como escuché a alguien llamarlos. Un hit que nunca llegó porque nació Páramo, un restaurante que sólo abre de noche y te deja campante.
Llegué buscando un letrero, bullicio o alguna señal de la existencia de un nuevo comedor. No la hubo y por poco me voy; entonces apareció un mesero y me guió por una puerta emparejada justo al lado de El Parnita. Tras subir las escaleras apenas iluminadas llegué a lo que hubiera sido el segundo piso de una casa muy acogedora, con cuadros pintorescos y luz amarilla.
Me encaminé hasta un patio techado y muros de ladrillo, algunas plantas en las paredes, estantes de madera con velas y una serie de luces de colores que colgaron de un lado a otro, el toque festivo. Lograron fusionar un ambiente de fiesta de vecindad y una terraza clásica, con efectiva refinación.
Comencé con la única entrada, las pellizcadas petatlán de pescado esmedregal –de Campeche– salteado en mezcal y mezclado con panceta, frijoles y granos de elote, todo sobre tres suaves frituras de maíz. Échales salsa verde tatemada, roja estilo adobo o de hierbas con aceite y cebolla, un gran tino los sabores de este platillo.
Seguí con los tacos y me recomendaron la muñeca, un taco de chamorro de cerdo confitado con sabor a carnitas tiernas y calientes; luego un emalaura, un estímulo de camarones, manchego, rajas con crema y mantequilla. El confite xochimilco de suadero tenía trozos duros, sin embargo, con el de flor de jamaica salteada con queso Oaxaca recuperamos altura. Es terminante, el mejor que probé fue la poblana, un chile relleno de queso Oaxaca con una salsa de mango (agridulce) sobre una tortilla hecha a mano; tan sencillo y exquisito.
Tienen una barra galante y horarios nocturnos, me decepcionó no encontrar cocteles de la casa.
Llegado un grupo de comensales se juntaron varias mesas, pidieron cazuelas de los mismos guisados de los tacos y jugaron dominó, en las bocinas sonó la canción "Iko Iko" de Zap Mama, luego un rock and roll de los setenta y la barra se comenzó a agitar hasta que el restaurante estaba completamente lleno. Haz reservación.
Taquiza, tragos, música retro y juegos de mesa en un restaurante nocturno, me suena a juerga. Páramo es el restaurante desvelado y semi oculto que nos hacía falta para ir hasta en domingo.