Más de 50 años los avalan. Son una panificadora de barrio de auténtica tradición. Esas de las que cualquier papá puede decir que ahí lo mandaba su mamá por el pan.
Además de pan dulce, venden pizzas por rebanadas, lo que puede ser un símil del paraíso para los mochileros que se hospedan en los hoteles que hay alrededor.
No todo el mobiliario es tan viejo como parece, pero el aspecto del local es cautivador.