Como buen amante de la comida, sé que al visitar un restaurante mexicano debo dejar el cinturón en casa, ya que entre frijolitos refritos, diferentes salsas y tacos de sal, se te va medio estómago. Escuché que Palominos tiene la mejor comida sonorense. Este restaurante familiar abrió sus puertas en 1973, en Hermosillo, Sonora, por Don César Pavlovich y cuenta con sucursales en Mexicali, Tijuana y la CDMX; entonces decidí visitarlo y salir de casa sin cinturón.
Llegué alrededor de las 4:30pm y el restaurante estaba lleno de oficinistas, incluso había un grupo de trabajo en plena junta. Me costó trabajo elegir ya que la carta contaba con varias opciones norteñas que iban desde quesadillas, hasta tripitas de leche, machaca, aguachiles y varios cortes de carne.
De entrada pedí las gorditas sonora querida; eran tres sopecitos con frijoles maneados —refritos con chorizo, manteca y un poco de chipotle— y carne de res deshebrada. Me sorprendió lo bien servidas que estaban, son excelentes para compartir. Tuve que cancelar el caldo de queso porque aunque soy de buen comer, no iba a poder con tanta comida, lo probaré en la próxima visita.
La pieza de resistencia fue la arrachera sonora de 300 gramos de carne, que según el menú venía acompañada de cebollas asadas y chiles toreados, pero la sirvieron con una rebanada de jitomate asado con queso parmesano y tres pedazos de papas al carbón con mayonesa de perejil. La carne estaba jugosa y tenía buen sabor, además me trajeron un plato con frijoles maneados con queso, pico de gallo, salsa y tortillas de harina.
Pedí un expreso para ayudar a la digestión y después de un rato me aventuré por un postre; entre el menú que incluye flan de tres leches, pay de limón y créme brûlée, me decidí por un vaso de mousse de chocolate negro con una capa de mermelada de frutos rojos; cada cucharada fue cremosa y tenía chispas de chocolate. Súper recomendado.
Palominos tiene todo para ser un excelente restaurante de comida sonorense, pero por la zona en la que se encuentra se ve obligado a tener precios que no corresponden con los platillos; $400 por una arrachera y $96 por un expreso doble de cápsula. Si bien el servicio es excelente y los meseros son atentos y no te sofocan, todo se perdió cuando mis platillos llegaron fríos. Les urge actualizar su carta, los precios no corresponden con lo que anuncian y varios postres no aparecen en ella.