Frente a un edificio de fachada señorial, patrimonio de Polanco, se esconde Olga. Si no fuera por una pizarra fuera del local y un letrero que cuelga a modo de taberna en su exterior, seguro pasas derecho y ni te enteras que existe esta barra de cafés de especialidad en esta zona de la ciudad.
Con paredes pintadas de azul medianoche y detalles de madera oscura, Olga sigue una receta muy similar a la de otros cafés de especialidad que han brotado en varios puntos de la ciudad (Dosis, en la Roma, o Borola Café, en San Jacinto, por nombrar algunos).
Dicha receta consiste en ofrecer únicamente café orgánico, proveniente ya sea de Chiapas o de Oaxaca, o de lugares tan lejanos como Tanzania o Etiopía. Después, prepararlo con métodos de extracción que recuerdan más a una clase de química de secundaria que a una cafetería tradicional. Al final, introducir un barista con muchas ganas de adoptar el papel de profesor.
Santiago Sota, el experto detrás de la barra, tiene facilidad con la palabra. Con unas cuantas preguntas: ¿dulce o amargo? ¿con mucha cafeína o más ligero? ¿te gustan los sabores cítricos, o el chocolate, o las frutas?, resuelve el dilema del visitante indeciso. Cuando alguno de sus “alumnos” le pide que utilice el aeropress o el sifón japonés se muestra encantado por demostrar sus proezas.
Guiada por Santiago, opté por un grano de Etiopía, con notas muy amargas y terrosas, de nueces y de flores. Me aconsejó probarlo filtrado en dripper. “Se va a tardar un poco, pero valdrá la pena”, me aseguró. El dripper aligeró la fuerza del café y gracias a este método me resultó más sencillo percibir sus notas de fondo.
Una taza de este calibre es para disfrutarse con un buen pan. Tan sólo desearía que la oferta de panadería de Olga no fuese tan limitada; el día que acudí sólo me encontré con un croissant, una trenza de guayaba y un panqué. Escogí la trenza, que me pareció un poco excesiva si hablamos de azúcares.
La segunda vez que los visité me decidí por un latte de avellana. Una bebida reconfortante y apta para días lluviosos y fríos, comparable a un chocolate caliente ligerito.
Este rincón es una delicia para quienes aprecian método, calidad y ejecución. Eso sí, no esperes paz y tranquilidad, pues los baristas aman la cháchara, entre ellos y con los comensales. Si no te molesta hablar de tu música favorita mientras tomas tu café, llegaste a un edén en Polanquito.
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Time Out dice
Detalles
- Dirección
- Polanco 8
- Polanco
- México, DF
- 11560
- Transporte
- Metro Auditorio
- Precio
- Consumo promedio por persona $60
- Horas de apertura
- Lun-vie 7am-8pm, sáb 9am-4pm
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