En Moxie se pusieron juguetones y con añoranza de lo casero. Ernesto Zeivy es pintor y puso esta terraza con alma cincuentera y gestos tropicales –verás que las bancas verde pastel y la madera tienen el efecto “viaje en el tiempo”, mientras que las palmeritas y los focos colgantes te llevan a un lugar cálido por un instante–. Abre bien los ojos para disfrutar el arte de Zeivy en las paredes.
Este restaurante es para comer y pasarla rico sin gastar una lana. Un pizarrón presume las posibilidades de las tortas, las ensaladas, las sopas y las tostadas en versiones del mar, de res, vegetarianas, de cerdo y de pollo, acompañadas por salsas tan clásicas como una verde cruda y otra más de casa con chapulines y guajillo.
Muy comprometida, probé casi todas las tostadas (tienen el tamaño justo para que puedas comer varias) y mis favoritas fueron: jaiba (ricamente alcaparrada), picadillo (con y sin salsita de chapulines) y tinga de setas. Los tacos también estaban cumplidores, la recomendación es el gobernador de camarón a la talla.
El tepache embrujado, con mezcal o solito, nos cae perfecto y nos parece buena onda que traigan de vuelta este fermentado de piña a la ciudad, pues no se encuentra tan fácil. Además, tienen una variedad respetable de mezcales (marcas y agaves), así que funciona bien para precopear o para comer rico entre semana. Si vas de noche, dedícale tiempo a la carta de coctelería.