Pareciera que siempre ha estado aquí. Su presencia se lleva muy bien con el art déco de la Condesa y sus sillas de ojo de perdiz te transportan de inmediato a los cafés parisinos. Café Milou es una postal viva de París, sobre todo cuando hablamos de panadería y desayunos.
Omite por fin los omnipresentes chilaquiles, esos ya los tenemos en todos lados y nos presenta opciones europeas interesantes. El huevo al vapor llega servido con una rebanada de pan generosa y crujiente, untada con queso de cabra y con jitomate deshidratado de acompañante. Es esponjoso y delicado, la pareja perfecta de un pan escandaloso y gordo.
Sin embargo, el platillo matutino más atractivo es el toast de aguacate: servido en un pan previamente untado con hummus y acompañado de arúgula, cebolla encurtida y una rebanadita de rábano sandía, este polémico platillo millenial es cumplidor con tu cuenta de Instagram, con tu paladar exigente y con tu bolsillo.
Armado con una cava más que decente, Milou ofrece platillos franceses poco explorados en la ciudad: Berenjena con bacalao, jamón de pato, cachetes de res y selección de quesos. Además, el amor de los franceses hacia su consentido cerdo queda más que manifiesto en la charcutería, su quiche de tocino y los rillettes.
El broche de oro llega con el café y el pain au chocolat, un chocolatín que también podría llamarse “mantequillín” de tan delicioso que está. Milou aún sigue en busca de comensales perdidos, encuéntralos.