“Cuando llevas 20 años en esto [la cocina], sabes que debes permitirte jugar un poco”, afirma Jair Téllez, la mente tras Merotoro y Amaya. “Un día pensé que me gustaría cocinar lo que yo quisiera sin preocuparme por la dinámica de un restaurante”, así, el resto fue historia, nació Mesa B, y con ella una serie de cenas mensuales con menú irrepetible.
Foto: Alejandra Carbajal
Junto con Milena Pezzi, esposa de Jair, se definió a Mesa B como un hackeo gastronómico, aquel que “rompe con el esquema de continuidad y la memorabilidad”; no se trata de usar recetas con su respectivo punto y coma, sino de abordar el valor de creatividad e introspección.
Hay un sentido filosófico (por decirlo románticamente) sobre la reflexión del ¿qué es comer? Para este chef, refiere a las acciones de llegar, disfrutar y no saber qué comerás pero uno está dispuesto a probar lo que sea. Esto mismo sucede en Mesa B: en alguna locación secreta se reúne un grupo de personas que no se conocen entre sí para degustar los sabores de “la inspiración del momento”.
Foto: Alejandra Carbajal
Las bebidas siempre están presentes, procuran iniciar con tragos refrescantes y casi sin grados de alcohol, para después pasar al maridaje con vino natural, como el Bichi (el del chef); desde hidromieles y hasta kombuchas.
No le tienen miedo a la equivocación ni espontaneidad, se dejan guiar por el gusto de comer y compartir la mesa. Total, si algo sale mal, siempre hay un plan b, ¿no? Siempre hay una Mesa B.
Instagram: @mesab_mx