Este lugar en la Roma abarca dos proyectos en uno: en su planta baja está la Barra Meroma, un minibar con vinos por copeo, cocteles frutales y botanas de alto nivel, como el montadito de almeja chocolata al escabeche y las adictivas minialcachofas fritas con jocoque; en la planta alta se encuentra el restaurante, con una agradable terraza y un diseño de aires setenteros, a cargo de la Oficina de Práctica Arquitectónica.
El menú fue creado por los chefs Mercedes Bernal y Rodney Cusic —que se conocieron en Nueva York y antes de abrir el restaurante trabajaron en Cafe Boulud, Del Posto y The Musket Room— y arranca bien con su estupendo pan de masa madre y un ligero crudo de pesca del día con nuez, chile serrano, perejil frito y limón amarillo. Luego probé los reconfortantes agnolotti de setas y queso en mantequilla anuezada y el jugoso pollo rostizado con verduras salteadas y cacahuates: ambos muy buenos. De postre, mi favorita fue la tarta de leche de cabra condensada y crema de arroz; su untuosa dulzura contrasta con un toque de flores de manzanilla apenas amargas. El servicio es amable, la carta es breve y cambiante, los sabores equilibrados, los cocineros inquietos y talentosos. En suma, Meroma es una de las mejores aperturas para dar la bienvenida al 2018.