Pocas veces ocurre que en una apertura de la Roma se conjunten las tres secciones que edito en Time Out México: restaurantes, cafés y vida nocturna. Con Madre Café sucedió, pero la magia del menú la hizo merecedora de una principal para Comer. Acá la clave: el chef Víctor Zárate (Blanco Colima) retoma este proyecto de cocina alivianada pero lo suficientemente sofisticada y totalmente apapachadora.
El recinto como punto clave: la casa porfiriana que albergaba a Casa Quimera sobre Orizaba. El despacho de arquitectos Taller 905 intervino Madre Café, envolviéndolo en blancos, cobres, maderas y mármol, con la iluminada terraza cercada por plantas.
La parte de cafés refiere a una bien trabajada barra con granos de la Finca San Martín Cohuapan, Puebla: aterciopelan los lattes y dan espesor a los espressos. De vida nocturna, genialidades de Braulio Hernández (Yellow Bird Bar) dentro de un elegante y pequeño espacio con barra para sentarse y ordenar; mención honorífica a la variedad de carajillos, los hay de mazapán, Nutella y matcha, y la estrella es el bombón: consistencia ligeramente densa y mucha personalidad con whisky honey + brocheta de bombón de topping.
En mi caso tocó visitarlos a la hora de la comida, y como todo se antoja del extenso y muy variado menú, aconsejo compartir: las chips de berenjena te atrapan con su crocantez sumado a la parte dulce de la miel de agave con un toque de chile piquín; en la crema de lenteja sobresalen distinguidos trocitos de plátano macho, jugada interesante y mezcla fenomenal.
Para hablar de lo que no tiene madre (ríase aquí de un mal chiste con juego de palabras), están los ravioles de ricotta, mantequilla de limón y salvia: una victoria ácida y cremosa, aromática en todos sus sentidos y para limpiarla usando cuchara. Otro que se une a este listado es la pizza de stracciatella de burrata —es el "relleno" de la burrata, al servirse es fácilmente untable y se prepara bajo un procedimiento tradicional— con un toque sobresaliente de aceite de trufa.
El tino campestre y 100% goloso aterriza con el sándwich de tocino con mac & cheese, de tonos ahumados en su punto, mucha cremosidad por parte de la pasta y pan blanco ligeramente tostadito.
De postre cerramos con un tiramisú por recomendación, aunque todos se leen apetitosos; el bizcocho se derrite en boca junto con el freso mascarpone, ingredientes que se funden ante el licor de café para dar el remate final.
Toco mi panza crecida y no, no soy madre, pero de Madre Café me llevo ese cariño hacia la buena cocina.