Quedan pocos lugares en la CDMX como el icónico restaurante de cocina francesa Les Moustaches. Aquí conservan la elegancia y el detalle en el decorado de los restaurantes clásicos, con impresionantes candelabros y vitrales, así como la música de un piano amenizando el ambiente. Todo esto lo hace ese sitio ideal para celebrar el aniversario de tus papás, un cumpleaños o una celebración familiar.
Con casi 50 años de historia, Les Moustaches es un pequeño recuerdo de París escondido entre las avenidas más transitadas y bulliciosas de la colonia Juárez; sin embargo, no es un lugar ruidoso ni incomodo. La disposición de sus mesas, sus amplios ventanales ornamentados que iluminan bellamente el interior, y la amabilidad del personal que lleva años trabajando aquí hacen que uno se encariñe fácilmente.
Esta visita la comenzamos con una copa de vino rosado Longchamps, pan y mantequilla de la casa, y quizá la mejor sopa de cebolla que uno puede probar en la CDMX. Luego cambiamos el vino rosado por un chardonnay para acompañar el segundo plato: salmón a la naranja y jengibre, una bella combinación de colores y texturas frutales de exquisito sabor y ternura. Entre plato y plato (uh la lá) nos ofrecieron un fresco helado de maracuyá totalmente casero para reducir los sabores del pescado y pasar a otra de las especialidades de la casa.
Acompañado ahora por vino tinto, degustamos el filete a la pimienta negra, un clásico de Les Moustaches junto con su famoso filete Wellington. La carne, jugosa y tierna, revela todo su sabor acompañada por una salsa espesa de pimienta negra ligeramente picante. Un plato que quieres que nunca termine.
Su menú ofrece gran variedad de platillos característicos de la alta cocina francesa que son difíciles de probar en otros restaurantes, como los caracoles o la crema de salmón. Es evidente que cada platillo es resultado de un largo y minucioso proceso de elaboración que tarda horas o incluso días. Para finalizar, cerramos con el postre: un cremoso mousse de chocolate que clausuró una comida sin duda especial, memorable y muy bien servida.
-Alejandro Espinosa
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